El mercado único

Ya desde 1972 la pertenencia de Dinamarca a la Unión Europea ha jugado un importante papel en la política del país.

  • Probablemente Dinamarca es el país europeo en el que se ha celebrado el mayor número de referéndums en torno a su pertenecía a la Unión Europea. En 1986 los daneses fueron llamados de nuevo a votar para decidir sobre la incorporación del país al “Mercado Único”, explica Karen Sund. En ese referéndum, el Partido socialdemócrata se inclinó por el “no”, pero el partido estaba profundamente dividido, y esa división dificultó su visibilidad durante la campaña. Finalmente, convencidos con argumentaciones de tipo económico, el resultado a favor de Si al “Mercado único” fue del 56,2% de los votos emitidos.

Paso a paso, y después del tratado de “Mercado Único”, la antigua Comunidad Económica Europea completaba su desarrollo hasta convertirse en la Unión Europea.

Solo cuando el Mercado Único se convirtió en una realidad se puso sobre la mesa la unión política. El Tratado de Maastricht fue negociado con la intención de concretar esa unión política a gran escala. Esto hizo explotar la resistencia de los daneses en contra de la Unión Europea. A lo largo y ancho del país se fundaron Comités y grupos de activistas. Bajo la iniciativa del Movimiento de los Pueblos en contra de la Unión Europea se constituyó una amplia alianza nacional con numerosas ramificaciones. Muchas organizaciones sindicales tomaron parte activa y jugaron un papel crucial en esa campaña.

  • El 2 de junio de 1992 los votantes daneses rechazaron en referéndum el Tratado de Maastricht. Tras la firma de las condiciones del tratado, este tenía que ser ratificado por cada uno de los países miembros de la Unión Europea antes de que pudiera ser adoptado legalmente. Por tanto, la negativa danesa supuso un veto al Tratado que pasó a ser aplicado al resto de la Unión. Por supuesto, los grandes monopolios y el poderoso capital de la Unión Europea no aceptan ese veto, por lo que someten al gobierno de Dinamarca a enormes medidas de presión a fin de que éste encuentre una vía de salida a la situación.

En pocas palabras, el Tratado de Maastricht de 1992/93 incluía planes para la adopción de una moneda común a todos los países sin excepciones, una política judicial común, un ejército y una política de defensa común, una política financiera común y una política fiscal igualmente común. En suma se trataba de un tratado que señalaba el camino hacia un mega-estado denominado Unión Europea.

- Según Karen Sunds, en ese momento ya existía un Mercado Único. Los capitalistas eran plenamente conscientes de que no se puede implantar una zona con una moneda común sin disponer al mismo tiempo de una política económica común, y que para lograr ese objetivo era necesario desarrollar una unión política.

Es fácil suponer que en ese momento los políticos de la Unión Europea y los representantes del gran capital no llegaran a imaginar que su proyecto podría ser detenido por la resistencia popular.

En ese mismo año, 1992, el Movimiento de los Pueblos contra la Unión Europea era muy fuerte, contando con cuatro de los catorce diputados asignados a Dinamarca por el parlamento europeo. Sin embargo la organización aún no estaba preparada para afrontar con éxito esta "tormenta política". Varios sectores en principio partidarios del No cedieron a la presión y aceptaron que el Tratado de Maastricht podría adoptarse si Dinamarca quedaba al margen de las cuatro cuestiones específicas incluidas en el mismo: la adopción del euro, la política judicial común, la cooperación militar y la ciudadanía de la Unión Europea.

Esta traición perpetrada en contra de la voluntad expresa de los votantes fue liderada por el Partido Socialista Popular (PS), un partido socialdemócrata de izquierda que anteriormente había hecho campaña por el No al Tratado de Maastricht.

Con posterioridad a este hecho el Movimiento de los Pueblos contra la Unión Europea sufrió una escisión. El sector más comprometido con la resistencia logró mantener control y el liderazgo del movimiento, pero alrededor de un tercio de los miembros y tres de los cuatro diputados del parlamento europeo abandonaron el Movimiento de los Pueblos contra la Unión Europea para fundar una nueva organización: El Movimiento de Junio orientado a una supuesta intención de reformar la Unión Europea desde dentro, lo que llegó a suponer un duro golpe para la resistencia.

En mayo de 1993 fue convocado un nuevo referéndum en torno al denominado “Acuerdo de Edimburgo”, que no era sino la versión del Tratado de Maastricht en la que se contemplaban las cuatro excepciones danesas. Ese referéndum se perdió al votar la mayoría a favor del “Acuerdo de Edimburgo”.

El tratado de la unión, que en adelante cambiaría su nombre a Tratado de Amsterdam, se convirtió así en la base legal de la actual Unión Europea.

El No al Euro de Dinamarca

A finales de los años 90 se ponen en marcha los planes para una rápida implantación de la moneda común europea: el Euro.

El gobierno danés intentó desvincularse de la excepción que mantenía a Dinamarca fuera de la moneda común. Con ese propósito convocó un referéndum sobre el euro en 2000. Esta vez fallaron los cálculos gubernamentales respecto de la opinión popular ante la capacidad demostrada por el Movimiento de los Pueblos contra la Unión Europea de organizar un amplio frente de resistencia a través de la campaña “NO AL EURO”.

- La participación en esta campaña fue asumida por varias personalidades: líderes y representantes de muchas organizaciones y partidos políticas de distinto signo; la resistencia burguesa; miembros del Movimiento de Junio; sindicatos y organizaciones obreras..., lo que demuestra que no solo la clase trabajadora se opone a la Unión Europea. “La resistencia también está muy extendida entre la pequeña burguesía, principalmente por temor a perder la democracia nacional”, explica Karen Sunds, quien jugó un papel clave en la construcción de este amplio frente de resistencia.

A pesar del enorme esfuerzo de propaganda llevado a cabo por el gobierno danés y las amenazas tendentes a convencer a la población de que un No al Euro supondría el estallido del pánico financiero y un notable aumento de las tipos de interés así como de las tasas de pobreza y desempleo los daneses votaron NO al euro.

¡Sin duda, esta fue una victoria de gran importancia!

Con posterioridad a la celebración del referéndum quedó claro que las amenazas de desastre económico carecían de verdadero fundamento. Por el contrario, Dinamarca se ha manejado mejor fuera del euro. Un país como Suecia, que también votó no al euro, lo ha logrado incluso mejor porque Suecia también rechazó vincular su corona sueca con el valor del euro, tal como hizo Dinamarca respecto de la corona danesa.

Dinamarca estableció la cotización de su moneda nacional referenciando el valor de ésta al valor de la divisa europea al mismo tiempo que el gobierno prometía a la Unión Europea seguir todos los dictados de la zona Euro siguiendo las líneas del denominado Tratado de Estabilidad Fiscal y del Pacto Euro Plus, etc.. Esta situación es posible existía y existe una amplia alianza en este sentido entre todos los partidos políticos tradicionales, desde los conservadores, pasando por los liberales en todas sus formas, hasta los socialdemócratas. Todos están a favor de la Unión Europea, y pese a la creciente resistencia expresada por la población aspiran a mantener a Dinamarca lo más cerca posible de la Unión.

La Resistencia nórdica

Actualmente existe en los países nórdicos una resistencia relativamente grande contra la Unión Europea. Por ejemplo, la resistencia ha sido tan grande en Noruega que este país no ha llegado a ser miembro de la Unión Europea. En opinión de Karen Sunds una serie de razones explican esta fuerte resistencia:

En primer lugar, hay "un largo camino hasta Bruselas". Se trata de otra cultura que choca de manera frontal con una cultura nórdica bastante asentada y con una profunda tradición democrática.

- “En segundo lugar, disponemos de un sistema de bienestar bastante desarrollado. La clase trabajadora luchó y ganó un "estado de bienestar" y un mercado laboral bien organizado. Cuando el bienestar y los derechos laborales quedan bajo la presión de la Unión Europea la gente reacciona”, destaca Karen Sunds.

Al mismo tiempo añade que un alto nivel de beneficios sociales y de bienestar así como una alta cobertura de desempleo establece una base solida en el mercado laboral y en los salarios. El salario no puede ser disminuido con facilidad y de manera continua, pero la Unión Europea y los monopolios capitalistas consideran que la existencia de esa base supone un obstáculo para su capacidad de competencia. Por tanto, vemos cómo la Unión Europea ataca al estado bienestar y a los derechos de los trabajadores.

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