Raoul Peck, activista político y cineasta haitiano, quiso dejar su impronta en la Berlinale del año pasado presentando dos sustanciosas películas de su cosecha: “El joven Karl Marx”, de reciente estreno en el Estado español, y un impactante documental sobre el racismo en Estados Unidos que más tarde sería nominado al Oscar. Y, por supuesto, consiguió su propósito. Tanto con la cinta que describe los años mozos del padre ideológico del comunismo, como con el brillante documento antirracista que no dejó indiferente a nadie. No era para menos, no todos los días les da a los productores capitalistas la vena por financiar proyectos cinematográficos que tratan de la vida y de la obra de “peligrosos revolucionarios” o que hacen añicos el sacrosanto mito del “sueño americano”. Pero es lo que se exhibió entonces en el prestigioso festival germano, y lo que podemos ver hoy en nuestras pantallas. Y no seremos nosotros/as quienes lo deploremos. Muy al contrario,  estamos totalmente convencidos que cuando el cine se ocupa de historias como esas y no de las frivolidades anodinas a las que nos tienen acostumbrados, el extraordinario invento de los Lumière se sitúa en otra dimensión cualitativa. En la del cine fetén: el didáctico y popular.

Visión genuina del racismo

De la película basada en la vida excepcional del de Tréveris ya tuvimos ocasión de manifestar nuestra satisfacción en el número de noviembre de Unidad y Lucha. Hablemos ahora de esta impactante denuncia del sufrimiento ancestral del pueblo afroamericano en la sociedad estadounidense que es “I am not your negro” (“No soy tu negro”), y que de alguna manera se prolonga dolorosamente hasta nuestros días. Un documento producto de las reflexiones del escritor y ensayista negro norteamericano - poco conocido en nuestro país - James Baldwin (1924-1987) quien partiendo de su  libro inacabado: “Recuerda tu casa”, intenta narrar la historia de Estados Unidos a partir de las vidas de tres amigos suyos asesinados cuando tenían menos de 40 años: Medgard Evers, en 1963, Malcon X en 1965 y Martin Luter King en 1968. Así, en seis capítulos perfecta y armoniosamente hilvanados, la cámara perspicaz de Raoul Peck y la pluma llena de matices de Baldwin muestran una visión genuina del racismo y sus consecuencias en la sociedad estadounidense, en la que los blancos, metáfora del poder capitalista, imponen sus iconos, su educación, sus héroes y su leyenda. Una fábula que pretende eximirle de toda culpa, al tiempo que utiliza el paso de un negro por la Casa Blanca (eso sí, perfectamente amaestrado) como insuperable coartada. Sin embargo, y en eso el documental goza de saludable actualidad e impertinencia, las recientes muertes de negros en Ferguson, Baltimore y otras ciudades norteamericanas, víctimas de la violencia policial, echa por tierra tamañas falacias. En definitiva, una película de obligada visión, también en escuelas y universidades, para que se conozcan los pilares inicuos sobre los que se sustenta una sociedad que se pretende modélica y se nos vende como ejemplar.

Rosebud   

uyl_logo40a.png