“Con las cenizas de los traidores construiremos la patria de los humildes”

Solo han bastado nueve meses de gobierno de Lenin Moreno para asistir al mayor acto de traición y a la vuelta del viejo Ecuador que regresa para ser gobernado por una oligarquía más rabiosa que antes, dispuesta a enterrar la década donde, desde la Presidencia de la República, se realizaron algunas reformas que trataban de eliminar la subordinación como finca bananera al servicio del imperialismo. Lo que actualmente sucede es un golpe de estado por etapas, auspiciado desde el mismo gobierno, apoyado esta vez por la oligarquía y todos sus sectores políticos y los medios de comunicación del sistema, y ello muestra de la traición de un Lenin Moreno que en campaña electoral llamaba hermano y líder al ex presidente Rafael Correa y hoy le llama mafioso, déspota y corrupto.

En la última década del siglo xx Ecuador vivió la peor etapa del neoliberalismo. Un país donde la inestabilidad política era pan de todos los días, donde una verdadera mafia oligárquica se repartía los puestos más importantes del manejo del estado, donde el petróleo fue regalado a las multinacionales; un país que tuvo que soportar el perder su moneda gracias a los manejos criminales de la banca, donde millones de ecuatorianos tuvieron que sufrir el amargo exilio económico llamado migración, porque en Ecuador no había futuro y donde los sectores dominantes de la oligarquía, con la banca a la cabeza, lo habían destruido todo. De todo ese desastre surgió Rafael Correa como el líder que cambiaría el país, que lo haría una nación dueña de su propia destino y no rehén de la burguesía y del imperialismo. Correa realizó importantes reformas que beneficiaron a los sectores populares, un nueva constitución, (hoy burlada por el gobierno) un sistema de becas de estudios que jamás la oligarquía realizó, un modelo del sistema educativo, mejoramiento del sistema sanitario y modernización del mismo a través de la construcción de hospitales. Una política reformista que mejoraba las condiciones de vida de las mayorías sociales como fue el bono ayuda para la gente más necesitada que redujo la tasa de pobreza de un 36% en 2006 a un 22% en el 2017 y la pobreza extrema de un 16% a un 8% en el mismo lapso de tiempo. También implementó una serie de medidas que cuestionaban el sometimiento del país al imperialismo norteamericano, como fue la no ratificación del contrato para mantener la base militar del imperialismo yanqui en la ciudad de Manta.

La elección de Moreno como sucesor de Correa y el triunfo del primero en las elecciones presidenciales se debía a que era el continuador de Correa, es decir, Moreno era la esperanza de seguir adelante con la “revolución ciudadana” y profundizar el proceso, pero esto no ha ocurrido. En estos meses el gobierno de Moreno se ha caracterizado por sus “diálogos” con los empresarios, banqueros y toda la clase política opositora que ahora son sus grandes amigos y valedores. El gobierno ha enterrado las mejoras que revolución ciudadana generó en los sectores populares y, saltándose la constitución, ha entregado empresas públicas a sus familiares y a los miembros de la bancada opositora, pretendiendo privatizar la sanidad y la educación y entregar la minería y refinerías a empresas multinacionales con la excusa absurda de su mal funcionamiento, todo en nombre del “dialogo” con la burguesía.

En este clima de diálogos, el gobierno para terminar de sepultar la “revolución ciudadana” convocó una “Consulta Popular” donde de una forma grotesca, vergonzosa, mezcló preguntas con la intención de ganar, y que el pueblo ratificara el golpe a través de la mal llamada consulta popular. La victoria de Moreno en esta manipulación fue amplia con cerca del 60% de votos afirmativos, volviendo nuevamente a los viejos vicios de la política burguesa donde con mentiras lograban ganar elecciones.

En el fondo de lo que se trata es de legitimar la repartición de la patria en los grupos de poder que antes gobernaron el país, entregar la nación a la voracidad de la banca corrupta, y firmar tratados de libre comercio con Estados Unidos que destruirían al sector agrícola. En nueve meses Ecuador se ha convertido nuevamente en un estado sometido a los intereses del imperialismo con un gobierno oligárquico. Ecuador es, por tanto, un nuevo ejemplo de los golpes de estado “blandos” que el imperialismo ha desatado en el continente latinoamericano. Paraguay, Honduras, Brasil, le han precedido con otros elementos pero con el mismo objetivo: recuperar la hegemonía imperialista sobre América Latina y seguir considerándola como su patio trasero.

Artículo de la Comisión de la Secretaría Internacional con la colaboración del militante ecuatoriano Jorge Ochoa

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