Cada vez con mayor frecuencia, los revisionistas y oportunistas vienen pregonando la necesidad de convocar a la “ciudadanía” para derrocar a la monarquía e instaurar un régimen republicano a imagen y semejanza de la república del 31. Para esta gente, incluso se hace necesaria una alianza con ciertos sectores de la burguesía para la consecución de tal fin; “una alianza interclasista”, han llegado a reconocerlo. Su fin primordial es el advenimiento de la república sin más, dejando para un momento ulterior cualquier tipo de confrontación entre capital y trabajo, esto es, aparcando cualquier tipo de acción revolucionaria por parte del proletariado contra la opresión del capital.

Pero resulta que España ya ha pasado la etapa histórica de la revolución democrática-burguesa, pues la oligarquía financiera y terrateniente ya la han realizado -a su manera- sin soltar en ningún momento las riendas del poder. Por esta razón, se puede decir que, llegado el momento, esta misma burguesía podría acceder a la república sin que ello supusiera ningún quebranto en su sistema de dominación.

Esta forma de actuar de los revisionistas y oportunistas no es nueva. Basta recordar su comportamiento en la denominada “transición”; momento en que, traicionando una vez más los intereses de la clase obrera, se colocaron al lado de la burguesía, la cual necesitaba desactivar las capacidades de lucha de la clase obrera por sus intereses clasistas, y colocarla subsidiariamente en el proceso de adaptación del sistema de dominación a la nueva forma histórica de la dictadura del capital en España: la monarquía parlamentaria.

Así las cosas, debemos mínimamente proceder a analizar la situación actual en España, para encontrar una respuesta correcta a la propuesta formulada. La profunda crisis estructural del sistema capitalista internacional y el fracaso de la burguesía española para incorporarse, en igualdad de condiciones, a la élite imperialista, ha provocado un enorme deterioro en las condiciones de vida de una inmensa mayoría de la clase obrera y demás sectores populares, incluso de la pequeña burguesía que se arruina inexorablemente cada día que pasa. Paro generalizado y en ascenso, destrucción de la mayor parte del tejido industrial nacional, desahucios, recortes brutales de salarios, aumento de las jornadas laborales, encarecimiento de los suministros básicos: luz y agua, recortes y políticas restrictivas tanto en la sanidad como en la educación pública, criminalización progresiva de la respuesta popular ante esta situación, etc. En contraposición, se está produciendo una acelerada concentración de capital en manos de unos pocos monopolistas. A esta lamentable situación hay que añadirle la servil dependencia del gobierno burgués español a la Unión Europea, que no duda en vender a espuertas la soberanía a cambio de ingentes rescates para sus bancos y manos libres para los negocios de las multinacionales.

La burguesía ya no tiene nada que ofrecer a las masas trabajadoras, salvo mayor opresión y miseria. Por el contrario, el proletariado tiene fijado claramente sus objetivos, a través de su partido de vanguardia, el Partido Comunista. Estos objetivos no pueden ser otros que la tomar del poder y la demolición del estado burgués, la nacionalización de la banca y de los medios fundamentales de producción y, para ello se necesita la creación de un nuevo Estado: el de la República Socialista.

Así pues, la propuesta de los revisionistas-oportunistas, de unir a la “ciudadanía” para restaurar formas republicanas democrático-burguesas, no es más que un intento de seguir boicoteando la lucha de la clase obrera por su emancipación. Por este motivo afirmamos que la república socialista no es una opción sino una necesidad. ¡Todo el poder para la clase obrera!

Paco Ferrer

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