La búsqueda de vías de financiación a la hora de emprender, sigue siendo lo que conlleva mayores dificultades. O sea, que no te vendan la moto de hacerte empresario sin capital.

Una cosa es  Amancio Ortega, el vampiro de Zara, y otra muy distinta un/a autónom@ explotad@. El sueño individualista de salir de pobre montando una empresa no está al alcance de cualquiera, aunque el articulista nos encomienda a  algunas almas buenas que nos podrían financiar mediante la usura. Pero no, desclasarse no está al alcance de cualquiera y, aunque no lo parece, es una salida mucho menos realista que la lucha colectiva, como prueba el número de establecimientos pequeños y medianos anunciando "liquidación por cierre", "se traspasa" y "se alquila", pues no hay quien pueda con  las superficies monopolistas que pueden jugar con los precios y hasta hacer trabajar a la gente en domingo sin pagarle las horas. Optimizando incesantemente el aprovechamiento de los recursos humanos, aprendiendo de empresas punteras como Maquila en Honduras, que obliga a sus empleados a usar pañales para no perder tiempo en ir al servicio .

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