El pasado octubre, el ejército del Gobierno de Irak con el apoyo del imperialismo estadounidense decidió recuperar Mosul, en poder del Estado Islámico (EI). Conviene recordar que Irak está sacudido por una guerra imperialista desde 2003.

En su cronología, la guerra iniciada con la invasión es la misma que se ha repetido en otros puntos del planeta, sobre todo en Oriente Próximo.

El imperialismo invade y provoca conflictos bélicos para apropiarse de recursos naturales, o para ocupar un lugar estratégico y seguir participando con ventaja en las guerras imperialistas.

El crecimiento de la guerra en la región árabe se apoya en organizaciones terroristas que, entrenadas por militares norteamericanos y asesoradas por la central de inteligencia americana, son además las compradoras potenciales de armamento, actuando en una primera fase como una alianza no oficializada, sostenida sobre todo en la extensión y desarrollo de la guerra.

Al mismo tiempo que el Gobierno sirio recuperaba la ciudad de Alepo, ocupada en 2012 por el Estado Islamista con la ayuda del ejército estadounidense, EEUU se aliaba con Occidente (Gobiernos inglés y francés) para apoderarse de Mosul (en poder del Estado Islamista).

Esta locura belicista, solo puede ser entendida dentro de la expansión de la guerra imperialista.

La victoria sobre el Estado Islámico en Mosul no solo beneficia a la alianza occidental, también los aliados árabes de EEUU recuperarían posiciones en la estrategia de la guerra, al mismo tiempo que se mantiene la constante presión sobre el Gobierno sirio, y consecuentemente la división del mundo árabe, siendo Israel el más inmediato beneficiario de la inestabilidad, que continúa con la destrucción del pueblo palestino.

Irak en la actualidad tiene tres secciones, o centros de autoridad: chiitas, sunnitas y kurdos; Mosul se encuentra al norte de Irak, cercana a la frontera siria, próxima a la frontera de Turquía y separada de Irán por el Kurdistán. Esta posición geográfica es estratégica en la expansión de la guerra en Oriente Medio, en la división religiosa, étnica, cultural y económica.

Mosul tiene casi dos millones de habitantes, los asesinatos han sido constantes desde la invasión imperialista en Irak, de los cuales son responsables tanto el Estado Islámico como el ejército imperialista invasor.

La tragedia de la población que huye de los bombardeos tiene dimensiones incalculables. Huyen sin tiempo para enterrar a los familiares muertos en los bombardeos, que se quedan entre los escombros, porque Mosul no tiene equipos de rescate, ni defensa civil que facilite un respiro en la espantosa huida de miles de mujeres, ancianos, niños que constituyen la población civil.

Cientos de personas mueren en un solo día, en un solo ataque, en una guerra estratégica pero silenciosa, Mosul no es noticia, ni siquiera como Alepo, porque el Gobierno iraquí ha sido aliado de EEUU desde la invasión, en un círculo de alianzas que puede variar en función de intereses.

El imperialismo continúa con su estrategia en Oriente Próximo, promoviendo la destrucción de los Estados, facilitando la creación de diferentes centros de poder, enfrentados entre sí. Las potencias exteriores alimentan la división entre las diferentes comunidades. De este proyecto destructor, el imperialismo obtiene la garantía de una situación de debilidad política y militar más fácil de dominar, con una posición de ventaja en el saqueo de los recursos naturales, la región está en un permanente conflicto bélico en el que mueren miles de personas, en bombardeos indiscriminados y millones tienen que huir de sus casas.

La humanidad está en peligro, corresponde a los pueblos, garantizar la existencia, acabando con las guerras imperialistas, imponiendo la paz como premisa para preservar la vida.

Teresa Pantoja

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