La historia del movimiento obrero en el Estado español no sería igual sin CCOO. El sindicato nació en la dictadura fascista, y se forjó en la clandestinidad para combatir el franquismo a través de las luchas y los conflictos obreros. La definición de principios de CCOO dice: “CCOO reivindica los principios de justicia, igualdad y solidaridad. Se orienta hacia la supresión de la sociedad capitalista y la construcción de una sociedad socialista democrática. Pretende la supresión de todo tipo de opresión, discriminación y explotación capitalista”.

Durante los años de la dictadura franquista la clase obrera se organizó en comisiones, pero no es hasta julio de 1976 cuando se celebra en Barcelona la asamblea constituyente del sindicato todavía en la clandestinidad. Los sindicatos son legalizados en 1977 y CCOO realiza su primer congreso en 1978, hace 39 años.

Los tiempos de lucha y de conquistas fueron cediendo progresivamente y, con la entrada de Antonio Gutiérrez a la SG se consolidó la etapa del pacto social. Pero fue con la llegada consensuada de Fidalgo donde el pacto prima por encima de cualquier conflicto, donde estar en un consejo de administración era un objetivo sindical, donde se empezó a representar a las y los trabajadores y a pensar por ellos en lugar de con ellos. La Dirección se convirtió en una élite, que no tenía complejos en acudir a actos de la FAES.

En el 2008, una lucha interna por el poder en la organización, con la fusión entre Administración Pública y Comunicación y Transporte, es aprovechada por una parte de la Dirección para confrontar con Fidalgo. En ese congreso pierde Fidalgo, pero su equipo se incorpora con normalidad al trabajo al cabo de poco tiempo. Ignacio Fernández Toxo, militante de la LCR en su juventud, participó activamente en una huelga en la factoría Bazán en 1972, donde la policía mató a dos huelguista, y no solo fue despedido de la empresa, sino condenado a cinco años de cárcel, huyendo del penal de la Coruña y viviendo en la clandestinidad hasta el 77. La entrada del líder sindical del metal no ha conseguido recuperar las esencias del sindicato. Es posible que tantos años de negociación, de pactos, de estar en Consejos, de asumir su condición de agente social por encima de la de sindicato de clase, hayan llevado a una gran organización, con muy buenos militantes, a preferir un mal acuerdo a un buen conflicto.

Las bases del sindicato empiezan a cuestionar el modelo de gestión, de servicio, la falta de juventud y relevos. Este fue uno de los motivos por los que se inició un debate interesante en el interno del sindicato para “repensar CCOO”. Esos textos deberían haber servido para las propuestas que se llevan al XI Congreso Confederal, para dar un nuevo impulso y trabajar por cumplir la definición de principios. Si es así, será muy fácil trabajar conjuntamente con esta organización sindical tan necesaria en la Transición y tan importante hoy para recuperar un sindicalismo de clase.

Pero si el repensar ha sido, como parece indican las normas del congreso, para evitar la participación, hacer más difícil que la afiliación puede ser crítica con la Dirección, para imposibilitar listas alternativas que no vengan promovidas desde la misma Dirección, si lo que se hace es mantener el sistema donde se piensa por la afiliación y esta debe asumir, si es así, a las y los comunistas se nos hará muy difícil trabajar dentro de una organización donde el sectarismo contra los comunistas florece en algunos territorios y federaciones.

Nunca hasta ahora el secretario saliente nos decía en su informe a quién se debe votar. Eso lo hace el PP, ahora también lo hacemos en las Comisiones Obreras, Toxo nos dice que el elegido es Unai Sordo. Esta situación se ha repetido en algunos territorios y federaciones. Por lo que el congreso, que se celebrará los días 29, 30 de junio y 1 de julio, ya no debatirá textos, ni alternativas, ni tan siquiera debatirá sobre quién debe ser el secretario, el mismo ha sido designado. Mal inicio para un cambio necesario.

Vicente Alcaraz

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