Resulta ya un clásico que, tanto la patronal como los diferentes Gobiernos de turno a su exclusivo servicio, justifiquen las sucesivas contrarreformas laborales con la promesa de una mayor creación de empleo si se eliminan “rigideces”, es decir, derechos laborales, sociales y salariales. Sin embargo, el capitalismo no funciona así. Especialmente en sus cada vez más frecuentes y profundos períodos de crisis, el capital tiende a destruir fuerzas productivas para incrementar sus tasas de ganancia. Comparando las horas efectivas semanales trabajadas en el cuarto trimestre de 2008 (679.587.500 horas) con las del mismo período del año 2016 (594.030.400 horas), constatamos una pérdida de un 12,6 % en el número de horas trabajadas mientras que el PIB del Estado español del último trimestre de 2016 ya ha superado en un 2,2% los niveles del mismo período del año 2008. Es decir, con 86 millones menos de horas trabajadas la productividad se ha incrementado en un 14,8%. Lo que en otro sistema podría liberar energías y capacidades para atender a la resolución de necesidades sociales, en el capitalista es el resultado del incremento de las tasas de explotación: despidos, extenuantes ritmos de trabajo, robo de horas trabajadas fuera de contrato… Las condiciones para el deterioro de la salud y la seguridad en el puesto de trabajo están servidas.

Según la “Estadística de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales” (1) correspondiente al año 2016 y todavía provisional, 607 trabajadores y trabajadoras murieron mientras generaban plusvalía en su puesto de trabajo o yendo y viniendo del mismo. Con respecto a 2015, la mortalidad laboral se ha incrementado principalmente en esos desplazamientos “in itinere” (15%). Y es solo la punta del iceberg: el resto de accidentes laborales, leves y graves, también han aumentado, sumando en conjunto al menos un 5% de incremento. Se quiebra así, aproximadamente desde 2013, una tendencia a la baja en la siniestralidad laboral que se venía manteniendo desde hacía más de una década. Probablemente, parte de dicho incremento obedece a una recuperación económica que, como tal, solo alcanza a las grandes empresas monopolísticas mientras para la clase trabajadora significa sobreexplotación, enfermedad y una muerte laboral que, en tiempos, era muy acertadamente denominada “asesinatos de corporación” u “homicidios blancos”. Mientras tanto, durante el mismo año 2016 los beneficios de las compañías del IBEX-35 se incrementaron en un 69%, llegando hasta los 29.719 millones de euros.

El bochornoso subregistro de la mortalidad por enfermedad de origen laboral obliga a recurrir a elaborados estudios epidemiológicos de publicación necesariamente más lenta que las engañosas estadísticas oficiales. Según un estudio publicado en la Revista Española de Salud Pública [Vol. 81, No 3, pp. 261-270 (2007)], en España mueren cada año alrededor de 16.000 trabajadores y trabajadoras por enfermedades relacionadas con el trabajo, de las cuales el llamado Ministerio de Empleo y Seguridad Social viene reconociendo no más de 4 muertes anuales. Por si esto no dejara suficientemente claro a qué clase social sirve el Estado, el mismo estudio estima en cerca de 152.000 los años potenciales de vida perdidos anualmente por la misma clase trabajadora a la que escatiman las pensiones bajo el pretexto del aumento de la esperanza de vida.

Sabemos que el riesgo “cero” no existe, pero también que las condiciones de trabajo y de vida, permanentemente agredidas por la patronal, actúan como determinantes de una mortalidad evitable. No se trata de mejorar la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995. Quienes todo lo producimos necesitamos tener el poder sobre los medios de producción, los ritmos y la jornada de trabajo, la formación y la información, las medidas de vigilancia y control, las bajas por enfermedad… Necesitamos planificar la economía para producir exclusivamente lo socialmente necesario y ambientalmente sustentable. Necesitamos el Socialismo. En ello nos va la vida.

  1. Estadística de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

http://www.empleo.gob.es/estadisticas/eat/welcome.htm

José Barril

 

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