“morirás sabiendo, ya sin ninguna duda, que nada es más hermoso, más cierto que la vida… … en tu balanza la vida habrá pesado mucho más” (Nazım Hikmet)

En las últimas semanas ha vuelto a ser actualidad, tras su fallecimiento, la lucha de Pablo Ráez contra la leucemia y su implicación en la promoción de donaciones de médula ósea, tejido que se utiliza, como sabemos, para realizar trasplantes en pacientes que sufren ciertos tipos de cánceres. Con respeto a su persona y al modo en que vivió y enfrentó la muerte, cabe preguntarse si el pueblo trabajador ha de delegar la defensa de la sanidad a acciones individuales y voluntaristas, o si dicha defensa ha de asegurarse de manera colectiva y organizada, frente al ataque generalizado que el capitalismo está realizando contra algo tan serio como nuestra salud, mediante la búsqueda recalcitrante del beneficio empresarial en cualquier ámbito, incluido el sanitario.

Dejando de lado las campañas de los medios de “des-información”, que promueven la caridad más que la solidaridad entre las y los de la misma clase social, señalemos que el presupuesto sanitario se redujo un 5,5% en 2016 con respecto a 2010, de tal manera que la reducción acumulada de los presupuestos en el periodo 2011-2016 es de más de 27.400 millones de euros. Asimismo, se observa un balance negativo del número camas en funcionamiento en centros sanitarios públicos, con una reducción de 6.000 camas en diciembre de 2014 frente a las disponibles en 2010, que ya representaban niveles bajos con respecto a otros estados europeos. De manera semejante, ha aumentado el tiempo en las listas de espera según la información disponible a 2015. Por el contrario, el gasto sanitario de los hogares se incrementó desde 18.907 millones de euros en 2009 a 23.323 millones en 2014 (+23%), donde cabe señalar el incremento del +53% en el gasto de productos farmacéuticos y productos médicos no perecederos. Desde la aprobación del RD16/2012, el pueblo trabajador ha gastado 4.281 millones de euros más en productos farmacéuticos que si se hubiera mantenido el gasto anual con respecto a 2011 [1].

Ya lo decía Nazım Hikmet, poeta comunista turco exiliado en la Unión Soviética, “no es broma la vida, la tomarás en serio… en un laboratorio con tu bata blanca y gafas de seguridad…”.

En la URRS lo tenían claro: la investigación sanitaria es una prioridad de la clase obrera. En el capitalismo, una evaluación pormenorizada de los presupuestos en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), desvela, sin lugar a dudas, el raquítico estado de la investigación. De hecho, la función 46 (que financia la I+D+i) ha sufrido un recorte desde el 2,51% de los PGE en 2009 al 1,45% en 2014. Lamentablemente, buena parte de los presupuestos se dedican a artefactos financieros para fines tan alejados de la investigación sanitaria, como es la financiación de la deuda del Ministerio de Defensa (p. ej. avión EF-2000, helicóptero Tigre, misil C/C SPYKE, entre otros; 883,66 millones de euros en 2014; RD10/2014) que supone un trasvase, en su amplísima mayoría, de fondos públicos a empresas del sector privado. En conclusión, desde hace décadas, los fondos públicos en investigación se utilizan para financiar partidas de los Ministerios de Defensa e Industria de tal manera que lo que sería el gasto real en I+D+i supone un concepto secundario del presupuesto (cerca del 38% según el año) [2].

Tomemos el ejemplo de aquéllas y aquéllos que arriesgaron lo más preciado de sí por el Socialismo-Comunismo.

Y así, “morirás sabiendo, ya sin ninguna duda, que nada es más hermoso, más cierto que la vida… … en tu balanza la vida habrá pesado mucho más” (Nazım Hikmet).

JE


[1] Análisis de los presupuestos sanitarios 2016. Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de CCOO.

[2] Análisis de los PGE 2015 en I+D+i. Federación de Enseñanza de CCOO.

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