Big Data: una cantidad tan ingente de información (datos) que un ordenador normal no tiene capacidad de procesar. Metadatos: acción-relación (dato) que, procesada, aporta conclusiones más allá de lo visible (datos).

Eso es el futuro, pero ya está aquí.

Todo en todas partes

Nuestras vidas, nuestras acciones, incluso las más rutinarias o insignificantes, se van incorporando a gigantescas bases de datos. Esos datos se procesan y se sacan perfiles (prioridades, gustos, salud, amistades, deseos, etc.)

Es imposible saber quién tiene esos datos, cuanto de cada individuo está almacenado. Mucho menos saber para qué se usarán esos datos, que definen un conocimiento tan amplio y diverso sobre cualquier persona.

Las redes sociales suministran una información ingente al Big Data. WhatsApp o Facebook valen tanto por la cantidad ilimitada de datos que obtienen de sus usuarios. Telefónica tiene ya una parte importante de su negocio en el comercio de datos.

Cincuenta y tres “me gusta” es el pírrico resultado de quien cree que su información “está en toda la red”, que además son sus mismas amistades quienes la comparten, pues a quienes le contradicen los bloquea. Y mucha gente, con total ingenuidad, extiende la creencia de que eso es la libertad de comunicación.

Todo controlado

Vivimos en un mundo complejo, cambiante de forma acelerada, que incorpora nuevas capacidades tecnológicas a una enorme velocidad, de tal forma que no nos da tiempo de conocer el alcance de lo que estamos haciendo, y de cómo se nos está manejando con ello.

Un mundo que, necesariamente y por la misma lógica del sistema, está conectado con las redes de las estructuras policiales internacionales: CIA, NSA, MI5, CNI, etc. Google, Windows, etc., son socios de esas estructuras policiales. Todos lo transmitido por telefonía está en las bases de datos de las estructuras policiales internacionales, la geolocalización a través del móvil permite conocer nuestros recorridos diarios al detalle, que pueden ser consultados en cualquier momento y que quedan almacenados por largo tiempo.

El Big Data vino para quedarse, y forma parte de los parámetros de la lucha revolucionaria que nos toca enfrentar, y no es un parámetro pequeño precisamente.

Adoptar una posición de rechazo, y de tratar de vivir al margen, es como cuando la clase obrera inglesa trataba de destruir las máquinas de vapor que amenazaban sus puestos de trabajo. Por otra parte, creerse que la controlamos desde nuestro teléfono móvil, es pura ingenuidad.

Pero esta “máquina de vapor” está cambiando el mundo más que lo que hiciera aquella revolución industrial que impulsó el naciente capitalismo inglés.

Contenido de clase del Big Data

Por ello, ahora, una vez más se vuelve a plantear la misma cuestión central: ¿”quién es el dueño de la máquina de vapor”? Ahí se manifiesta la cuestión de clase como el elemento determinante. Si a aquel proletariado le costó entender la envergadura de lo que significaban los tremendos cambios tecnológicos de entonces, al proletariado actual le toca analizar y comprender el nuevo escenario de la lucha de clases que está construyendo el capitalismo ante nuestros ojos.

El cambio tiene una dimensión histórica. En condiciones capitalistas, las clases dominantes, con el control del Big Data, consiguen una transitoria posición de ventaja frente a las luchas del proletariado. Pero, también es cierto, que esto ocurre en un contexto de profundo agotamiento de la formación sociohistórica capitalista. Es decir, se da en unas condiciones de agudización extrema de las contradicciones entre el altísimo desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas-imperialistas. En unas condiciones históricas revolucionarias.

La potencialidad del Big Data, utilizado como herramienta a favor de la humanidad, supondría un cambio asombrosamente gigantesco en las posibilidades para satisfacer las demandas de las grandes mayorías sociales, para resolver problemas que hoy son de imposible respuesta o para dirigir selectivamente los recursos disponibles a aquellas utilizaciones más rentables a la sociedad con una precisión científica de máxima rentabilidad.

Ante un reto de esta envergadura la clase obrera está con enormes dificultades para concretar su intervención protagonista en el proceso del cambio social revolucionario, producto de tantos factores que hemos analizado en el UyL.

Por ello, en esta situación, ser vanguardia, desnudar la dictadura capitalista, reagrupar las fuerzas revolucionarias, deslindar el nuevo paradigma de la revolución socialista y concretarlo entre las masas, disponer del destacamento organizado que se rija por los principios y la ética de la revolución, siguen siendo los factores que determinan la praxis política de cualquier militante de la revolución. Estos factores son los que definirán la posibilidad del triunfo definitivo del proceso del cambio histórico.

C. Suárez

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