Este 15 de noviembre los periódicos abrían con un anuncio singular: “El IPC sube hasta 0,7%, su mayor tasa desde 2013”. En la mayoría de artículos parece que estén hablando de un espectro, de algo involuntario que ocurre y nos pasa por encima, como un huracán. De hecho, es inquietante ver la pluralidad del capitalismo (lean el artículo de elEconomista y de 20minutos y encuentren las 7 diferencias).

Pero hablando en serio, ¿qué es la inflación y quién la provoca? Brevemente, es la subida de los precios de los productos básicos ponderados en una cesta típica de una economía. La mayoría de estos precios son regulados y es un empresario o un conjunto de ellos los que los deciden. Si la demanda crece el capitalista sube el precio porque ve que aun subiéndolo podrá vender igual o más que antes. Es una decisión política.

Si continuamos leyendo cualquier artículo, encontramos que la subida viene impulsada por las subidas en luz y petróleo. ¡Qué casualidad! Dos sectores que no están nada monopolizados. Curioso es que Iberdrola piense que la economía está como para subir los precios cuando esta semana asesinaban a una pensionista que no pudo pagar la luz, o cuando este año han habido 5,1 millones de trabajadores que han pasado frío porque no pueden pagar calefacción, o cuando 3,2 millones se han retrasado en el pago de sus facturas y así un largo etcétera. Sabemos esto gracias a los datos del informe de la Asociación de Ciencias Ambientales.

Pero la gran patronal nunca tiene bastante. Iberdrola tuvo en 2015 casi 2.500 millones de beneficios netos. O por poner otro ejemplo, Endesa obtuvo casi 1.100 millones, casi nada tampoco. Menciono estas magnitudes porque las eléctricas tienen la percepción de que ganan poco, y el Tribunal Supremo les ha dado la razón, y el gobierno (el que se vota, no Iberdrola y Gas Natural, aunque los consejeros coincidan con los diputados) como no, autorizará una subida en el margen comercial para que puedan subir más los precios para 2017. Da igual los miles de millones que extraigan a la clase obrera, el capital solo entiende que si no ganas más que el año anterior algo estás haciendo mal.

Se atreven a decir que no ganan bastante, y que es por culpa del pequeño comercio y viviendas más pequeñas, es decir, de trabajadoras, autónomos, parados, etc. Curioso también, cuando de una factura de un pequeño comercio de 60€ solo 35€ son de la energía contratada (¡que ya incluye un margen empresarial!), el resto son impuestos y tajada limpia que se reparten las cuatro grandes.

Finalmente y dejando a las pobrecitas eléctricas a un lado, ¿qué supone para la clase obrera y los sectores populares el buen síntoma de la inflación? En principio, si los salarios y pensiones estuvieran vinculados al IPC el efecto no sería gran cosa, pero no es así. El último dato del INE (2ºT-16) es que el salario medio creció un 0,1%, mientras que la inflación rozará el 1%. Y aunque el salario medio aumentara más en el tercer trimestre, no es más que una media y aunque el IPC también lo es, este último recoge casi todos los productos básicos que necesitan las familias. Por tanto, mientras que la ridícula subida de salarios no afectará a todos los obreros, por culpa de la pérdida de negociación colectiva, el IPC si lo hará, estrangulando más a millones de hogares. Por no hablar de las pensiones que ya tienen una mísera subida pactada del 0,25%, ellas y ellos seguramente acaben perdiendo aún más.

Ante la pregunta de por qué no se vincula el coste de la vida a nuestro salario y pensión, el economista J.E. Devesa contesta, que volver a eso no es sostenible y que haría perder credibilidad al sistema. Está claro, si la burguesía quiere aumentar su tasa de ganancia, el trabajador no puede aumentar su sueldo, si es que parece que no entendamos. Ante esto, debemos contestar con lucha organizada, fortaleciendo los Comités de Unidad Obrera e imponiendo nuestras decisiones por la fuerza, igual que hacen ellos.

 

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