El 12 de mayo el senado brasileño aprobó someter a Dilma Roussef,presidenta de Brasil, a un jucio político, acusada de incumplimientos fiscales y presupuestarios (no ejecutar recortes que la ley imponía y pagar el gobierno con retraso créditos al Banco do Brasil, de titularidad pública). A éstas se unieron acusaciones de corrupción al expresidente Lula Da Silva, también del socialdemocráta Partido de los Trabajadores, para caldear el ambiente y justificar un golpe parlamentario de escasa solidez jurídica y ninguna légitimidad para las masas obreras y populares.

Éste proceso conllevó su destitución y reemplazo por el vicepresidente Michel Temer, perro fiel de la oligarquía y el imperialismo, del "centroderechista" Partido de Movimiento Democrático Brasileño. Siendo su nombramiento el objetivo del golpe y teniendo las acusaciones contra Dilma un carácter instrumental para conseguirlo.

La llegada de Temer abre el caminmo a la oligarquía brasileña y el imperialismo, que en el peor año de crísis económica en Brasil desde hace 80 años no dudará en recuperar sus ganacias con el sudor y la sangre de la clase obrera; saqueando servicios públicos y derechos laborales y sociales. En ésta línea Temer, recien usurpada la presidencia, tras la jura declaró sin reparos que "Señores, a privatizar todo lo que se pueda. No tenemos prejuicios". Lo que ha sido seguido por su anuncio de un plan de privatizaciones masivas y recortes sociales, aumentando la edad de jubilación de 65 a 70 años, prevaleciendo los convenios de empresa sobre los colectivos, recortando planes contra la pobreza, privatizando progresivamente la eléctrica Eletrobrás y Petrobrás ( La mas rentable de las empresas estatales), privatizando aeropuertos, puertos, líneas de autobús y tren; interesándose la española Ferrovial en ésto último. En definitiva el robo generalizado a la clase obrera y sectores populares.

Pero éste proceso, éste nuevo golpe, no coge desprevenido a ningún comunista, ni a Dilma. Que durante la última dictadura militar militó en una organización marxista- leninista de carácter político-militar, ideología de la que se fue alejando, recalando en la socialdemocracia. Lo sucedido era previsible por alguien conocedora de Lenin y su obra, que afirma que cada estado sirve a una clase social y que si otra clase quiere ejercer el poder debe destruir el anterior y construir el suyo propio. Por ello ante los intentos de reducir las ganacias de la oligarquía en favor de la clase obrera la primera ha dado de nuevo un golpe y recuperado su estado, en que sin duda no veremos a la policía o el ejército movilizarse para restituir en el gobierno a la legítima vencedora de las elecciones burguesas.

Y es que, a modo de conclusión, como dijo Marx “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa”. Eso es lo sucedido en Brasil en que la misma oligarquía que en 1964 dio un golpe militar y más tarde retornó a la democracia burguesa sin castigo alguno, ahora ha usado los mecanismos institucionales de ese régimen democrático burgués, que construyó a su medida, para defender sus intereses de clase con un golpe parlamentario

Todo ello coronado por diputados dedicando su voto por la destitución de Dilma al general que la torturó durante la dictadura de 1964 o con otro diputado simulando ametrallarla con sus manos, reivindicando ése régimen. Así como la demostración de fuerza de la oligarquía tras el proceso, supuestamente "anticorrupción", impulsándolo diputados con largos historiales de corrupción, lo que cualquier iluso confiado del "juego limpio" de la democracia burguesa vería como un acto hipócrita, pero que es una manifestación política de reivindicación clasista abierta de que el Estado es burgués y le pertenece, estando las leyes para servirla.

De nuevo la burguesía da una lección de materialismo histórico a quien sustituye el análisis científico de la realidad por la mera Ilusión. Por eso es que ha habido, obviamente, segundo golpe en Brasil.

Pablo Terrones

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