Las Elecciones generales no han confirmado las expectativas de la coalición entre la nueva socialdemocracia y el oportunismo. Cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, atrapados bajo la falsa ilusión del parlamentarismo, depositaron su confianza en Unidos Podemos y el PSOE. Los y las comunistas debemos actuar con perspectiva, conscientes de que la lucha de clases no cesa.

 

Las falsas promesas de cambio.

La historia demuestra que ningún cambio profundo es posible sin una intensificación de la lucha de clases, sin un complejo proceso de descomposición y destrucción del viejo orden social. En los últimos meses las fuerzas de la vieja y la nueva socialdemocracia, alimentaron la falsa ilusión de que era posible solucionar los problemas obreros y populares por la vía parlamentaria.

Después de la marea viene la resaca.

Pero después de la marea de cambio ha llegado la resaca, la decepción y la desilusión de las amplias masas que confiaron en ese camino. También de quienes votaron con la pinza en la nariz ante la asunción por parte de la nueva socialdemocracia del marco capitalista español y del imperialismo: OTAN, euro y UE, poder de los monopolios, orden monárquico constitucional, etc.

Ningún relajamiento contra la nueva socialdemocracia y el oportunismo.

No cabe duda de que la nueva socialdemocracia, incluso fagocitando al viejo oportunismo, ha llevado un fuerte varapalo al no alcanzar el objetivo del sorpasso. Eso nadie lo duda. Pero sería un grave error extraer la conclusión de que ya han cumplido con su papel, de que a partir de ahora comenzará inevitablemente su declive. Quien así piense se estará equivocando. La política, al fin y al cabo, es expresión concentrada de la economía, y hay sobradas razones económicas para creer que la nueva socialdemocracia y el viejo oportunismo todavía tendrán un largo recorrido.

Pasar a la ofensiva hacia el verdadero sorpasso.

Ningún cambio de fondo es posible si las posiciones revolucionarias no predominan en la clase obrera y en el seno de amplios sectores populares. Y hoy no predominan. Sin la completa derrota del oportunismo entre los millones de obreros y obreras de nuestro país, que arrastren con su lucha a otros sectores antimonopolistas, y forjen con ellos una alianza social, un frente obrero y popular para disputar el poder y avanzar hacia la nueva sociedad, socialista – comunista, no se abrirán las nuevas alamedas.

Ese es el verdadero sorpasso en el que debemos volcar todas las fuerzas. Argumentando, explicando, convenciendo, ganando la vanguardia en cada lucha. Y sin renunciar a nada, ni tampoco a nadie dispuesto a empuñar las banderas del cambio revolucionario.

Politizar la lucha.

Para eso es imprescindible politizar las luchas, empezando por el movimiento obrero y sindical. Sin lucha política no habrá victoria, condenaremos a nuestro movimiento a ir a remolque de las reivindicaciones económicas o a quedarnos en el mero postulado ideológico sin predicamento alguno entre las masas.

La firmeza ideológica debe darse la mano con la intervención de masas, en cada lucha obrera y en cada conflicto social. Y para eso hace falta política revolucionaria, relación de lo concreto con lo general, audacia y sobre todo confianza en la clase obrera, en el Partido y en la victoria.

La lucha de clases se va a intensificar. Por todas partes se preparan nuevas batallas, nuevos frentes de combate, nuevas trincheras en las que templar nuestro ejército, en las que ganar nuevos reclutas, en las que aprender el manejo de todas las armas y la combinación correcta de todas las formas de lucha, incluida la electoral

Transcurridos ochenta años del inicio de la Guerra Nacional Revolucionaria, no han podido romper el hijo rojo.

Hoy, como ayer, mañana y siempre:

¡No pasarán!

¡Pasaremos!

R.M.T.

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