La verdad pura y limpia, esa que se corresponde con lo que pasa, es terca, muy terca. Aparece y reaparece, una y otra vez, con mucha frecuencia, se repite y repite. Una regularidad empíricamente observable y palpable en el decir de las ciencias sociales.

El pueblo vuelve y se toma las calles, las vías. Se moviliza y pelea por sus derechos negados. Y es que después de tantos planes contrainsurgentes, tantos intentos por parte de la clase dominante (liberal o conservadora, de centro o de derecha) de doblegar la resistencia y la lucha por parte de las gentes dominadas y empobrecidas del país; después de tanto dinero gastado en aplastar la oposición a las antipopulares y vende patria políticas del Estado colombiano. Vemos hoy en la actualidad nacional las luchas que surgen de las contradicciones –que tantos niegan- entre los intereses de las mayorías y los de una minoría avara y opulenta. Vemos hoy a muchos sectores vitales de la sociedad colombiana movilizarse indignados reivindicando su justo derecho a una vida digna, con oportunidades.

Los conflictos que hoy se manifiestan con los mineros artesanales e informales, los campesinos que producen en diversas ramas del sector agropecuario, los transportadores (camioneros), los estudiantes, los profesores, el sector salud, comunidades indígenas y afro descendientes, entre muchos otros, revelan una vez más que la llamada democracia colombiana (prosperidad democrática) es el negocio de unos cuantos ricos serviles a la rapiña del imperio estadounidense a costa de sacrificar el bienestar y el futuro del pueblo que no aguanta más y que no ve salidas en las siempre falsas promesas del gobierno . No se trata de simples reformas o aumento de subsidios, se trata de para quién se gobierna, para quién es la riqueza nacional. El proyecto de país de los ricos no representa el proyecto de país que necesita el pueblo.

No se imaginaban los imperialistas gringos y la oligarquía criolla que la iban a tener tan dura con el paro nacional que se está presentando. Ellos no ven sino sus bolsillos inflarse con la riqueza que le roban a las gentes colombianas, de ahí para afuera, cualquier queja popular es “terrorismo”, “criminalidad”. Primero empobrecen y embrutecen a las gentes, luego se asombran porque éstas reaccionan. Y por más que los farsantes medios de comunicación quieran ocultar la problemática, dándole más relevancia a otras noticias como los conductores borrachos y otros fenómenos de menor magnitud para el país, no podrán tapar la realidad del conflicto social que pesa más y es más prioritaria, pues éste estalla día a día en campos y ciudades. Pobres la oligarquía y sus seguidores que se creen sus propias mentiras.

Ahora sacan propaganda en contra del Paro Nacional en los principales canales de televisión, diciendo que los paros producen violencia, muertos y que afectan la economía del país. Sin embargo reconocen hipócritamente que protestar es válido. Pero vale la pena aclarar algunos asuntos: la violencia que se produce en las manifestaciones y que generan muertos es producida por la misma Policía y el Ejército que son enviadas a reprimir cruelmente el derecho a la protesta. En cuanto a la afectación a la economía, precisamente de eso se trata, de mostrar fuerza y capacidad de bloquear, de que las cosas no continúen normalmente cual si no pasara nada. Una protesta, un paro, es un despliegue de fuerza (que no es igual a violencia) para mostrar poder, el poder que surge de la acción firme y unitaria por parte del pueblo. La PROTESTA es el desarrollo de un conflicto social que tiene que paralizar al país, de lo contrario el poder dominante no se sentirá presionado para cambiar las cosas.

La oligarquía tramposa quiere que la gente “proteste” con pétalos de rosa, saliendo a marchar sin bloquear nada, solamente para tomar el sol y que la vean. O peor aún, que espere que sus falsos representantes en el Congreso hagan algo por ella. Una “protesta” que no altera nada ni molesta a nadie no es protesta.

Los sectores mayoritarios de la sociedad colombiana están radicalizados, no porque hayan sido adoctrinados o en un estallido de locura hayan decidido armar el caos, sino porque la realidad que viven y perciben los empuja a ello. Ya decía el cada vez más vigente Lenin que hay que ser tan radicales como la realidad misma.

El capitalismo y sus multinacionales están desesperados por aumentar los márgenes de ganancias y beneficios privados para poder así acabar la crisis de fondo que padecen. Por eso arruinaron el AGRO colombiano para inundarnos de productos importados. Por ello declaran ilegales a los ancestrales mineros, para quedarse con todo el preciado metal y regalárselo a ricos extranjeros. Privatizaron la salud y la tienen quebrada mientras sus fondos están financiando la opulencia de unos cuantos ricos especuladores del sector financiero –SALUDCOOP es solo un ejemplo-. Desfinanciaron la educación pública mientras le metían un alto y escandaloso presupuesto a la guerra y los guerreristas que aun así no la pudieron ganar. Para matar, bombardear, perseguir y encarcelar sí tienen plata. Para el bienestar de las gentes trabajadoras NO. Ahí está pintada la mentirosa oligarquía colombiana, bocona, ladrona, bravucona y viciosa.

Desde los últimos cincuenta años (para no ir más lejos), en medio de otras crisis sociales que amenazaban los cimientos del poder oligárquico, la clase dominante liberal-conservadora apoyada siempre por los gringos paramilitarizaron el país y en una guerra de tierra arrasada, despojaron y expulsaron de sus territorios a más de seis millones de colombianos, masacraron y asesinaron a cientos de miles. Pero ven hoy con horror que vuelve el pueblo a las calles, a los paros, a la protesta; y lo que los asusta más, ven al pueblo organizándose en diversas expresiones. El pueblo tiene la razón y siempre la ha tenido, puede sacar fuerza de esta razón pero la oligarquía no puede sacar razón de su fuerza (armada).

Los poderosos en Colombia tienen dos opciones, o vuelven y militarizan el conflicto social (como de hecho lo hicieron recientemente en El Catatumbo) para asesinar a los que se le opongan o ceden y cambian sus políticas y formas de gobernar. La opción militarista y represiva la tienen agotada, no les funciona, porque no es posible asesinar permanentemente a un pueblo entero, no es posible asesinar las aspiraciones más sanas de querer un buen vivir. Y si militarizan saben que en todas las regiones del país estamos las FARC-EP, expresión y respuesta ante militarizaciones y violencia estatal pasadas.

Si agreden al pueblo, este sabe que en las montañas y ciudades estará el fusil guerrillero como única opción para defenderse de la guerra que la oligarquía le declara. Y si ceden, opción sana y coherente de cerebros no enfermos, es muestra de que la salida a tan fuertes conflictos que padece el país, es repartiendo poder y riqueza, posibilidades reales de decidir y reconocimiento a históricas fuerzas sociales que han sido negadas durante toda la historia nacional. Colombia debe ser para todos sus habitantes, sino, es un país inviable.

Las necesidades más sentidas del pueblo tienen que ser satisfechas, la historia de todos los pueblos del mundo enseña que los derechos no son un regalo de los poderosos, sino que se conquistan con la lucha férrea y decidida. Ya es hora que la oligarquía colombiana demuestre su voluntad de paz, si es que la tiene. Aquellos que no permiten los cambios necesarios por vías pacíficas, hacen inevitable los cambios por vías violentas. A PROTESTAR TODO EL MUNDO.

Jesús Jaramillo
Bloque Iván Ríos.


Artículo extraído íntegramente de la web http://farc-ep.co

uyl_logo40a.png