Más de un artículo se ha publicado en los últimos meses en el Unidad y Lucha sobre los planes del imperialismo y de la oligarquía venezolana e internacional contra el pueblo de Venezuela y el Gobierno Bolivariano.
Ya el Comité Ejecutivo del PCPE en enero de este año, ante la gravedad de la situación, sacó un nuevo comunicado denunciando los planes de golpe de estado que se estaban desarrollando en este país latinoamericano, liderado por los sectores más reaccionarios de la burguesía agrupados en torno a la MUD, pero con el respaldo, diseño y orientación del imperialismo norteamericano. Cuatro meses después, la ofensiva imperialista está en una fase superior.
En el contexto de la agudización de la lucha de clases como consecuencia de la incapacidad del capitalismo para salir de su profunda crisis, la violencia que desata el sistema de forma genérica contra la clase obrera mundial y contra los pueblos que resisten y confrontan abiertamente, adquiere una singularidad en determinados países y zonas. Es el caso de Siria, Iraq y la zona del Próximo Oriente, y es el caso que nos ocupa de Venezuela y América Latina en general. Es necesario recordar que ya a comienzos del presente siglo XXI, los planes del imperialismo hablaban de la necesidad de derrocar por todos los medios hasta 7 gobiernos que impedían la materialización política de su hegemonía mundial. La desesperación del capital por el cumplimiento de sus planes lleva a intentar desalojar a gobiernos de orientación progresista que desarrollan reformas internas y de cierta redistribución de su riqueza nacional sobre formas capitalistas de desarrollo que no culminan necesariamente en fases de configuración de poder popular y, por tanto, de avances hacia el Socialismo. Las contradicciones interimperialistas se resuelven consecuentemente con el mayor grado de violencia necesaria y los planteamientos de la situación dada reformulan modos de intervención y agresión ejecutados en otros momentos y países, o diseñando nuevas actuaciones en el marco en el que se manifiestan.
Así en Venezuela se recuperan las tensiones que pusieron en práctica Nixon y Kissinger contra el Gobierno de Allende en Chile jurando que “harían llorar de miseria su economía”. El plan de desabastecimiento que está soportando el pueblo venezolano reproduce esta agresión que perpetra la oligarquía venezolana para generar el malestar de la clase obrera y los sectores populares contra el gobierno bolivariano. Este desabastecimiento no tiene base material, es decir, que la falta de productos no se debe a la baja producción o a la falta de importación de los mismos, sino que se gestiona a partir de la cadena de distribución. Como muy bien ha planteado en su block Pasqualina Curcio, desde 2003 hasta ahora, el desabastecimiento se encaja en el boicot de determinados productos de la cesta básica de la alimentación venezolana por parte de un grupo oligopólico muy reducido que controla la producción y los canales de distribución, para provocar que estos alimentos básicos (harina de maíz precocida, arroz, pasta, café, caraotas, leche…, etc.) salieran del mercado tradicional para comercializarlos en los mercados ilegales (bachateros) con un incremento desmesurado en sus precios de adquisición. Este grupo oligopólico, incluso, ha contado con la subvención del gobierno bolivariano que le ha confiado 60 millones de dólares para gestionarlos en las importaciones para cubrir la demanda. La citada autora de este informe, desmonta las acusaciones contra el gobierno en datos donde se demuestra que ni la producción, ni la importación, ni el consumo general, han sufrido alteración. Lo que sí resulta palpable, es que todos los intentos golpistas en Venezuela desde 2002, han contado con el respaldo del desabastecimiento.
Para ejecutar estos planes, la oligarquía venezolana sigue las pautas que le marca el imperialismo yanqui que orquesta y financia todo el proceso golpista. A través de la Fundación Nacional para la Democracia (NED), los gobiernos norteamericanos han destinado 15 millones de dólares en los últimos 10 años. Las partidas anuales han ido creciendo año tras año hasta alcanzar un máximo en 2014 con 2.381.824 $, año de las guarimbas que dejaron un saldo de 43 muertos, más de 800 heridos y múltiples pérdidas económicas.
Como decíamos al principio, asistimos en estos momentos a una escalada superior que tiene sus antecedentes en los resultados que la oposición cosechó en las elecciones a la Asamblea Nacional. La combinación de las provocaciones tanto en el ámbito jurídico como político adquieren un nivel de frenesí contrarrevolucionario. La provocadora “Ley de Amnistía” que ha tratado de sacar de la cárcel a líderes confesos de la conspiración golpista como Leopoldo López; el intento de proceso revocatorio contra el presidente Maduro con fuertes lagunas jurídicas; la orquestación internacional que está contando aquí en España con el respaldo de personajes como el taimado Felipe González, los protofascistas José María Aznar y Esperanza Aguirre, el moderno falangista Albert Rivera, los medios de propaganda del sistema (prensa, radio y televisión), las propias instituciones como el gobierno de Rajoy que otorga la nacionalidad española a familiares del golpista Leopoldo López cuando niega la acogida a los refugiados de la guerra en Siria y Oriente Medio, el gobierno de Cifuentes de la Comunidad Autónoma de Madrid…
Ya no se esconde nadie. A la llamada del asesino de Uribe para una intervención militar, se suma la reunión en Miami de 21 exmandatarios latinoamericanos, la petición al secretario general de la OEA, Luis Florido, para que aplique la Carta Democrática Interamericana, las declaraciones de Capriles intentando dividir a las fuerzas armadas, que tienen el papel de garantizar el orden constitucional a través del estado de excepción decretado por Maduro y que el Tribunal Supremo ha avalado. Ahora le toca al pueblo venezolano intervenir y a la solidaridad internacionalista desterrar los planes golpistas del imperialismo. Más que nunca, ¡¡no pasarán!!
Víctor Lucas