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Editorial Octubre 2015

 

La dictadura del capital adopta en cada momento distintas expresiones históricas, cambiando sus formas, pero siempre conservando su esencia. Esas distintas expresiones históricas son consecuencia de una determinada correlación de fuerzas de la burguesía frente a la clase obrera y los sectores populares y, también, de las mismas dificultades que el capital tiene en cada momento para conservar su dominación derivadas de sus contradicciones internas ineludibles.

Así, usando referencias históricas conocidas, el nazi-fascismo fue consecuencia de las pretensiones del capitalismo alemán para modificar su situación desfavorable en el reparto de las colonias; el golpe de Estado de Franco, la guerra y la dictadura militar, fueron la expresión de un momento concreto del desarrollo de la lucha de clases en el que las clases dominantes temían por sus privilegios ante el avance de las posiciones del movimiento obrero y popular.

La actual monarquía parlamentaria tuvo su origen en las necesidades del capitalismo español de recuperar su atraso histórico y de mejorar sus posiciones en la acelerada internacionalización del capital, en una etapa marcada por la lucha ideológica entre el bloque socialista y el imperialismo.

En todos esos ejemplos la clase obrera siempre sigue explotada y oprimida, sometida al grado de violencia que el capital necesita en cada situación concreta. Varían las expresiones del sistema político formal, pero no la esencia de la explotación y la opresión de clase.

Hoy, que el capital busca la alianza con las fuerzas oportunistas para mantener su dictadura total, el PCPE coloca en primer plano el debate sobre el camino que la clase obrera ha de recorrer para alcanzar su emancipación, las tácticas necesarias, la acumulación de fuerzas y, finalmente, el desenlace revolucionario para la toma del poder.

El PCPE desarrolla su intervención política de masas con un principio elemental, irrenunciable: La lucha es el camino de la victoria.

Y cuando hablamos de lucha no es otra cosa que de lucha revolucionaria. El Ché lo sintetiza de forma clara: El eslabón más alto que puede alcanzar la especie humana es ser revolucionario/(a).

El capital consigue mantener el poder en la sociedad actual porque recurre, una y otra vez, a la violencia. A toda la violencia que necesita desplegar, en cada momento, para mantener el ejercicio de su dictadura. Así, por ejemplo, la Ley Mordaza tiene la finalidad concreta de dotar a las fuerzas represivas del Estado de una mayor capacidad de violencia “legítima” para combatir la necesaria violencia de la clase obrera en la lucha por su emancipación; tratando la burguesía, con ello, conservar para sí misma el patrimonio exclusivo del ejercicio de la violencia.

La agudización de las contradicciones en el desarrollo histórico avanzado del sistema capitalista -de la dictadura del capital-, coloca objetivamente a amplias masas obreras y populares del lado de la lucha revolucionaria. En esta situación la organización de vanguardia de la clase obrera trabaja para ganar la hegemonía en la dirección política de la lucha de esas masas, para conducirlas a la toma del poder y a la construcción del socialismo-comunismo; a la instauración de la dictadura del proletariado como poder democrático superior en la construcción de la nueva sociedad.

Un ejemplo cercano de la violencia capitalista más explícita lo tenemos en las maniobras de la OTAN, que se celebran este mes de octubre. La mayor organización terrorista con que cuenta el capitalismo internacional hace una demostración de fuerza con un despliegue masivo de recursos de guerra, y con un gasto económico desmesurado que indigna a los millones de personas que hoy viven en la más absoluta miseria o sufren todo tipo de recortes en sanidad, educación y servicios sociales. Estas maniobras incluyen, entre sus supuestos, el escenario de una revuelta popular reprimida directamente por una intervención militar de las fuerzas de la OTAN.

El PCPE trabaja, de forma continua, para organizar y dirigir la lucha de las amplias masas contra la dictadura del capital y su violencia.

Elecciones 27S

Cerramos este número de UyL en el momento en que se publican los resultados en la noche electoral del 27S en Catalunya.

Lo primero que se constata, una vez más, es la profundidad de la crisis en la cúspide por la que atraviesa el capitalismo español. La configuración del nuevo Parlament, con todas sus posibles evoluciones futuras, viene a dar aire a la continuidad de la situación de inestabilidad política que se lleva manifestando al menos durante el último año, en Catalunya y en el Estado.

Ninguna de las opciones ha obtenido una victoria rotunda que le permita imponer sus objetivos políticos.

Es cierto que las posiciones independentistas tienen una clara mayoría parlamentaria, pero les faltan los votos suficientes que les aporten la fuerza impescindible para confrontar en mejores condiciones con el bloque oligárquico-burgués estatal.

El coste político que paga el PP, por su posición autoritaria, previsiblemente le pasará factura en las próximas Elecciones Generales. Y ello con más razón teniendo en cuenta el buen resultado electoral obtenido por Ciudadanos.

Las fuerzas oportunistas quedan en muy mala posición para darle un futuro a sus muy infladas expectativas. Su resultado generará dificultades internas en ese grupo, en Catalunya y en el Estado.

La socialdemocracia, por la mínima, consigue mejorar algo su camino hacia las Elecciones Generales; y mantiene las expectativas para tener una cuota de participación en la gestión del capitalismo español en la próxima etapa.

La gran ausente en la convocatoria del 27S ha sido la clase obrera de Catalunya, instrumentalizada por unos y por otros para sus fines electorales.

El reto del Partido Comunista es el de liderar la propuesta que llevará a las trabajadoras y los trabajadores de Catalunya a luchar bajo su propia bandera revolucionaria.

El PCPE siempre llamará a la clase obrera de todo el Estado a aunar sus fuerzas con las de la clase obrera de Catalunya, en una estrategia compartida hacia la revolución y la conquista de los derechos nacionales.

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