Los convenios colectivos son una conquista de la clase obrera, en la que nuestro enemigo de clase, por el hecho de sentarse a negociar, reconoce la propia existencia de la lucha de clases

 

El pasado 8 de junio fue firmado el III Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) con vigencia entre 2015 y 2017. Los firmantes del acuerdo fueron las patronales CEOE y CEPYME y las Confederaciones Sindicales de CCOO y UGT.

Este ha sido un pésimo acuerdo para los intereses de los trabajadores y trabajadoras, que lastra, en gran medida, los próximos procesos de negociación colectiva. Pero antes de entrar en tres de los aspectos que podemos considerar más lesivos, veamos que es el AENC, qué es un Convenio Colectivo y como proponemos afrontarlo los y las comunistas.

¿Qué es el AENC?

Es un marco de negociación del que surge un acuerdo, que en esta ocasión presenta un carácter obligacional, de cara a orientar la negociación de los convenios colectivos durante la vigencia del mismo, estableciéndose criterios y recomendaciones para acometer los procesos de negociación colectiva.

Es por lo tanto un primer campo de batalla donde se empieza a perfilar a cuánto vamos a vender la clase obrera nuestra fuerza de trabajo, a la vez que se definen elementos de protección e incorporación al trabajo de aquel sector excluido de la producción por parte de la burguesía.

¿Qué necesita la clase obrera? Necesita un AENC donde quienes dicen representarla retomen con urgencia la senda del sindicalismo de clase, o sean sustituidos por quienes sí quieran y puedan hacerlo. Un AENC puede ser un instrumento válido que permita que la lucha de los sectores históricamente más combativos y con mejores condiciones de fuerza para enfrentar la lucha, ayude a definir mínimos de avance a aquellos otros sectores con más dificultades, consiguiendo que en todos los sectores se den avances gracias a la lucha general de la clase obrera, y no solamente en función de la fuerza de cada sector.

¿Qué es un Convenio Colectivo?

Es un compromiso entre los intereses de la clase obrera y la clase burguesa en función de sus fuerzas respectivas. Donde las posiciones de equilibrio de fuerzas producen una negociación, y donde la falta de equilibrio en las fuerzas produce la sumisión de una parte a la otra. Es, de esta ley básica de la lucha de clases, de dónde se desprende la necesidad de partir siempre, en cada negociación, desde una posición de fuerza que, en el caso de la clase obrera, es la premovilización, que permita llegar con agilidad al conflicto abierto con la intensidad requerida (incluida la huelga) para obtener conquistas en la negociación.

Otro elemento a tener en cuenta es que, una vez firmado el convenio, se estabilizan las tensiones, pero ello no debe suponer la desarticulación de los elementos de presión. Las tensiones aflojan dentro de un equilibrio precario, que es el propio acuerdo del convenio, pero desde ese momento cada fuerza va a intentar ir situándose en mejores condiciones para la batalla siguiente, produciéndose un desfasamiento del acuerdo a medida que la dinámica de fuerzas va cambiando, iniciándose nuevas presiones para conseguir, en el nuevo periodo, las conquistas que no se pudieron obtener en el anterior.

Ahora bien, no todas las corrientes del movimiento obrero y sindical compartimos la misma visión sobre cómo abordar los convenios colectivos.

Existen por una parte quienes niegan cualquier posibilidad de acuerdo, justificándolo en que reduce la combatividad de los trabajadores y trabajadoras. Estos izquierdistas olvidan que los convenios colectivos son una conquista de la clase obrera1, en la que nuestro enemigo de clase, por el hecho de sentarse a negociar, reconoce la propia existencia de la lucha de clases; pero además ignoran que los mayores procesos de movilización suelen producirse en torno a la negociación de los mismos, permitiendo procesos de acumulación de fuerzas en la medida que se pueden empezar las nuevas luchas desde posiciones adquiridas.

Por otro lado, también están aquellos que lo fían todo al proceso negociador, y que confían en que con la simple negociación se pueden llegar a resolver todos los conflictos de clase. Estos olvidan que en el sistema capitalista ninguna conquista es permanente para la clase obrera y que, incluso en los periodos de más avance, no cambia nuestra condición de clase explotada.

Y es que, a ambas posturas, debemos recordarles que los convenios colectivos determinan los salarios y las condiciones de la venta de nuestra fuerza de trabajo, pero que los salarios no son justos, sino un compromiso entre la plusvalía alcanzada por el capital con la explotación de la clase obrera y lo que esta, como clase, ha conseguido arrancar con sus luchas. Por lo tanto, la negociación de los convenios ni puede asegurar la Paz Social, ni puede construir una nueva sociedad sin explotación.

Por todo lo dicho anteriormente, la postura histórica de los y las comunistas siempre ha sido (y debemos mantenerla) la de ligar la lucha por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo inmediatas, con la perspectiva de clase en la lucha por el Socialismo y el Comunismo.

Algunos de los aspectos más negativos del III AENC

  • Desde el punto de vista ideológico

Hace tiempo que la patronal ha impuesto su lenguaje ideológico en todos los acuerdos que firma. Los elogios a los conceptos de paz social, competitividad, productividad, etc., preñan los documentos que, a lo largo de las últimas décadas, han sido firmados entre los llamados agentes sociales y también los gobiernos autonómicos y el estatal en aquellos procesos de negociación a todos los niveles.

  • Desde el punto de vista organizativo

Todo el proceso se ha dado a espaldas de los trabajadores y las trabajadoras, sin una tensión movilizadora que permitiera hacer nada más que asumir las propuestas de la gran patronal, a cambio de algunas recomendaciones bienintencionadas y de una propuesta de subida salarial que para nada es acorde a las necesidades del mantenimiento del poder adquisitivo de la clase obrera.

  • Desde el punto de vista económico

El dejar abierta la posibilidad de referenciar la subida salarial a la productividad, y no al IPC como hasta ahora, abre el camino “legal”, y con compromiso de paz social, a pagar la fuerza de trabajo por debajo del coste de reproducción de la misma. O dicho de otra manera, la clase obrera deberá asumir sobre sus espaldas la responsabilidad del incremento de la tasa de ganancia, algo que pasa ineludiblemente por una mayor pauperización de la misma.

Propuestas para la acción

Está claro que las direcciones confederales de CCOO y UGT han vuelto a no representar los intereses de la clase obrera en la mesa de negociación. La falta de voluntad de elevar los grados de organización y movilización, la aceptación de los contenidos ideológicos y programáticos de nuestro enemigo de clase y, en ocasiones, también la corrupción de cuadros destacados de las cúpulas confederales, territoriales y federales hacen más necesario que nunca que la clase obrera dé respuesta organizada al margen de los compromisos adquiridos en su nombre.

La clase obrera debe invalidar estos acuerdos desde la máxima unidad y por la vía de los hechos. Existe la necesidad urgente de levantar un muro de contención en los próximos procesos de negociación colectiva, donde seamos capaces de movilizar al conjunto de la clase obrera, y de entre ella a las bases de todos los sindicatos, en torno a una plataforma reivindicativa unitaria que desautorice este acuerdo. Para ello los Comités para la Unidad Obrera (CUO) deben comenzar a multiplicar su intervención e influencia, y esto sólo se conseguirá en la medida que las y los comunistas vayamos convirtiendo en práctica diaria y colectiva el resultado de nuestros acuerdos orgánicos sobre unidad de la clase obrera y el papel de los CUO.

Severino Menéndez


 

1En 1958, tan sólo 19 años después de la Guerra Civil, el régimen franquista se ve obligado a aprobar la primera ley de convenios producto de la organización clandestina de los trabajadores y trabajadoras que ya se organizaban en comisiones obreras por empresas para negociar sus convenios.

 

 

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