La consigna en la huelga de los obreros de Alumalsa era clara: que la empresa aceptara la tabla reivindicativa inicial y negociara con el comité de huelga, no con el comité de empresa. Pocos años atrás había conseguido engañar a la plantilla mediante la traición de la sección sindical de CCOO principalmente, y los obreros no estaban dispuestos a que se repitiera la jugada.

Por ello tenían muy claro lo que había que hacer: poder de decisión a la asamblea, representación del comité de huelga y negociación sobre términos propios. No obstante, y en contrapartida a esta unidad desde la base, las secciones sindicales de CCOO y UGT intentaron parar la huelga desde el primer momento, hasta el punto de negociar en estructuras paralelas. Es anecdótico cómo el delegado de CCOO y “destacado” dirigente del PCE en Aragón se posicionaba en la misma línea que la patronal y cómo los propios obreros desoían sus intervenciones.

 

La unidad era fuerte pero los sucesivos ataques contra la huelga empezaron a hacer mella. Tras descolgarse totalmente CCOO, UGT y SITA, la CNT se quedaba en solitario pero con el apoyo de la plantilla. Después de varias asambleas la plantilla finalmente decidió aceptar las últimas condiciones pactadas, que no era la tabla reivindicativa inicial al completo, pero se conseguía mejorar el convenio anterior y que fuera mucho mejor que otros convenios del sector

 

Eduardo Pérez

 

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