Una de las consecuencias más terribles e inhumanas de la  crisis capitalista es, sin duda, el crecimiento y agudización de la pobreza infantil.

 

Diversos estudios[1] reflejan, con estadísticas, la dramática situación que se vive en muchos barrios obreros y extrarradios por efecto de la crisis capitalista: a las poblaciones preexistentes de pobreza y exclusión social (que el sistema considera casi como algo natural, culpando habitualmente a las propias víctimas) se han sumado, a causa del paro y de la precarización de las condiciones de trabajo, cientos de miles de personas sociológicamente definidos como “población normalizada”.

La cifra total de menores que viven en situación de pobreza, o en riesgo de ella, es difícil de cuantificar con precisión pero, en 2012, más de 2,5 millones de menores de edad (2.508.000, según datos de Eurostat, y 2.826.549, según Save the Children) vivían en situación de pobreza relativa y casi 1,3 millones (1.282.000, según EDUCO) en situación de pobreza severa. Otro dato revelador de la crudeza de la situación es que, en 2013, se contabilizaron 943.000 hogares con niños en los que todos los adultos estaban en paro.

Todos estos informes coinciden en que los niños y adolescentes, junto a sus familias, son el sector de población más afectado por la crisis capitalista. Así, Eurostat refleja que, en 2012, el 29,9% de los menores de 18 años vivían en situación de pobreza relativa, frente al 20,5% de los mayores de edad; o que el 33,8% de los menores de 18 años españoles, viven en situación de Riesgo de Pobreza o Exclusión Social (índice AROPE).

AUMENTO DE LA DESIGUALDAD.

El capitalismo y sus crisis no afectan por igual a todas las clases sociales. Las crisis son coyunturas en las que sectores de las clases dominantes se benefician del empobrecimiento del resto de la sociedad. Las estadísticas reflejan que, en 2004, el 20% más rico de España tenía una riqueza 5,1 veces superior a la del 20% más pobre; mientras que en 2012 la diferencia había aumentado 7,5 veces.

La clase social de origen de la familia y el nivel socio-educativo son factores determinantes. Algunos datos lo manifiestan: el riesgo de pobreza infantil para niños con padres con títulos universitarios es del 12%, frente al 31% si los padres tienen estudios de Secundaria y el 48% para padres con estudios de nivel de Primaria o ESO (UNICEF). Igualmente, el riesgo de pobreza infantil supera el 50% si los padres tienen una Intensidad Laboral baja, y el 80% si es muy baja, frente a un riesgo inferior al 10% para niños con padres con intensidad laboral muy alta, e inferior al 20% si es alta. Incluso entre los trabajadores con empleo, el riesgo de pobreza se multiplica por más de 3, si el contrato es temporal.

A ello se une la importancia de las redes informales y el apoyo de la familia extensa (abuelos, tíos, etc.), elementos clave ante la baja eficacia de los servicios y ayudas sociales.

Se produce así un efecto que suele ser llamado “Reproducción de la pobreza”, en el que los niños de familias pobres tienen una probabilidad muy superior de seguir siendo pobres en el futuro, y de fracasar académicamente en sus estudios[2].

Otro factor que influye en las situaciones de pobreza y que aumenta las desigualdades existentes, es el tipo de hogar del que forman parte los menores, ya que tanto el índice AROPE como el riesgo de pobreza o la privación material severa, suben significativamente en caso de familias con tres hijos o más o en caso de familias monoparentales. También influye el origen nacional de los menores, pues el porcentaje de familias en situación de pobreza o exclusión en los que los dos padres son de origen español es del 27%, frente al 65% de riesgo si los dos progenitores son de origen extranjero. Esa desigualdad se reproduce si se considera el riesgo de pobreza (21% frente a 58%) o la privación material severa (5% frente al 21%).

LAS POLÍTICAS CAPITALISTAS FRENTE A LA POBREZA INFANTIL: NEOLIBERALISMO Y REFORMISMO.

Las políticas neoliberales del Gobierno, impulsadas desde la Unión Europea, se basan en la llamada “austeridad”, es decir, los recortes en servicios públicos y ayudas sociales para cumplir los objetivos de déficit. Así, UNICEF denuncia que los presupuestos totales en políticas destinadas a la Infancia descendieron, de 43.766 millones de euros en 2010, a 37.396 en 2013 (si se calcula el gasto medio por niño el descenso es de 5.040 euros a 4.268, un 15%)[3]. En términos globales, en España se dedica sólo un 1,4% del PIB a la protección social de la infancia, frente al 2,3% de media de la UE-28.

Para el capitalismo, la infancia obrera y popular es un lastre del que se puede prescindir, para mantener sus beneficios y asegurar la supervivencia del sistema.

La posición reformista, aunque es crítica con los recortes que aplica el neoliberalismo, no ataca la raíz del problema y se limita a tratar de paliar los efectos más agresivos. Así, es significativo que desde diversas asociaciones o instituciones dedicadas a la Infancia, se hable de “Invertir en Infancia”, centrando, parte de su discurso, en resaltar la necesidad de políticas que incentiven la natalidad o generen capital humano que favorezca la productividad y el crecimiento.

En conjunto, las reivindicaciones de estas asociaciones o instituciones, apoyadas en gran medida por el reformismo político, no pasan de ser proclamas difusas e idealistas (como la reivindicación de un Pacto de Estado[4]), que se centran en pedir más financiación o reducir en tal número o porcentaje el volumen de la pobreza infantil, pero no analizan el desarrollo del sistema capitalista, ni el carácter de clase de los organismos que impulsan las políticas de recortes[5].

Se trata de parches (como la apertura de comedores escolares durante el verano que ya realizan diversas Comunidades Autónomas) que, siendo obviamente positivos, se limitan a redistribuir parte de la riqueza y no inciden en las causas profundas de la pobreza y la desigualdad. La consecuencia inevitable es la baja eficacia de la inversión en ayudas sociales a la infancia y las familias con niños (dato que destacan todos los informes), muy inferior a la media de eficacia europea. Se trata de una protección social que, en el mejor de los casos, ayuda a sobrellevar la situación. La propia Cáritas define la pobreza en España como una “situación estructural, no coyuntural”.

LA POSICIÓN REVOLUCIONARIA.

El teólogo de la Liberación brasileño, Hélder Cámara, escribió: “Cuando alimenté a los pobres, me llamaron santo; pero cuando pregunté por qué hay gente pobre, me llamaron comunista.”

Nosotros y nosotras somos comunistas porque no sólo nos preguntamos las razones de la pobreza, sino porque estamos comprometidos en combatirlas y construir una sociedad donde la pobreza (especialmente la infantil) y la injusticia, sencillamente, no existan.

Por supuesto, los  y las comunistas nos involucramos e involucraremos en la lucha por las reformas concretas, como la apertura de comedores escolares, el aumento de financiación de las ayudas sociales, o la defensa y mejora de los servicios públicos. Pero esas luchas concretas no están aisladas del contexto de paro, precarización laboral, aumento de jornadas de trabajo, desestructuración familiar, fracaso educativo, crisis social y moral, individualismo y consumismo, que genera el capitalismo. Tratar de eliminar la pobreza infantil sin vincular reforma y revolución, sin una perspectiva global de la sociedad que genera la pobreza, es un ejercicio de ingenuidad idealista y otra falsa ilusión más.

La crisis en la infancia no es sólo una crisis económica del nivel de ingresos, es una crisis general del sistema. Sólo la lucha revolucionaria y el socialismo permitirán vislumbrar un horizonte donde se aseguren todas las necesidades materiales, sociales y culturales de la infancia.

Eloy Baro


[1] Se han consultado los informes elaborados por Save the Children, Unicef y Educo.

[2] Los resultados de la capacidad lectora en las pruebas PISA de 2012 era de cerca de 450 puntos para el 25% de la población con menor nivel socio-económico y cultural, mientras que llegaba a más de 530 puntos para el 25% de nivel superior de la población.

[3] También señala que entre 2008 y 2013 se redujo un 45% el dinero destinado a ayudas para libros de texto y material escolar.

[4] Esta propuesta fue apoyada por Podemos tras su reunión con la Plataforma de Organizaciones de Infancia: http://www.europapress.es/nacional/noticia-podemos-apuesta-pacto-estado-materia-infancia-denuncia-ausencia-politicas-publicas-20150218211306.html

[5] Es clarificador que UNICEF considere una “imprescindible hoja de ruta” la Recomendación “Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas” emitido por la Comisión Europea, en febrero de 2013, cuando la propia Comisión Europea y la UE en su conjunto han impuesto medidas de recortes y austeridad en números estados.

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