Desde "el comunismo ya no tiene sentido" a la "necesidad de regeneración democrática"

El hecho de que dos compañeras de trabajo del hospital me hicieran exactamente el mismo comentario, con las mismas palabras fue lo que me impulsó a escribir el siguiente artículo. Hablábamos del proceso electoral que se avecinaba y del panorama político. Las dos saben de mi militancia y me afirmaron exactamente lo mismo: "el comunismo ya no tiene sentido". Como si los motivos por los que lucharon en el pasado las y los comunistas ya se hubieran conseguido dentro del capitalismo.

Pretendo por un lado, convencerles de que lo que ya no tiene sentido es el capitalismo, y que su superación es una necesidad de la humanidad y, por otro lado, que la independencia política de la clase obrera es una necesidad para lograr tal objetivo de superación. En ese sentido, considero que el trabajo del partido comunista en la lucha ideológica, política y económica es de suma importancia, aunque tras tantos años de anticomunismo y la enorme derrota sufrida pueda parecer una necedad levantar esta bandera. Para ello intentaré explicar varias posiciones del P.C.P.C. que confrontan radicalmente con las mantenidas por otras organizaciones políticas, incluidas las que se reclaman de la izquierda, y cuyos discursos tienen gran eco en los medios de comunicación.

Otras organizaciones políticas y, en concreto, la social-democracia en su vieja y nueva versión, señalan como causa de la crisis a la corrupción. "Se ha robado demasiado y por eso ahora no hay dinero para presupuestos sociales y otros". Indican que la solución sería "una clase política honesta", que no acumule riqueza con mecanismos que están fuera del marco de la legalidad vigente. "Bastaría con eso y algunos mecanismos correctores de desequilibrios para que el sistema capitalista funcionase bien".

El PCPC rechaza dichas explicaciones. La corrupción de los políticos que roban de una u otra forma fondos públicos no explica la crisis del sistema. No se trata de que falte dinero o medios para que la sociedad produzca y satisfaga sus necesidades, al contrario, la crisis capitalista es una crisis de sobreacumulación de capital, capital en forma monetaria (mucho dinero que las grandes compañías monopolistas no encuentran donde invertir y va perdiendo valor), capital en forma de mercancía (desde viviendas hasta vehículos pasando por todo tipo de productos destinados al intercambio mercantil, pero que las compañías no logran vender y mientras tanto van perdiendo valor) o capital productivo (naves, grúas, maquinaria e instalaciones de todo tipo que si no son empleadas en el proceso de trabajo pierden valor y este no se reproduce). Y esas crisis de sobreacumulación de capital se producen periódicamente cada vez con mayor fuerza, pues son fruto del desarrollo histórico de un antagonismo en el seno del modo de producción capitalista. Por un lado, en la medida que la historia avanza se desarrollan las fuerzas productivas (la clase obrera crece cuantitativa y cualitativamente, adquiere cada vez una mejor y mayor formación técnica, empleándola con nuevas tecnologías, con un número creciente de nuevas máquinas e instalaciones mejor diseñadas, ...) de esta forma se produce cada vez mucho más en menos tiempo y crece el carácter social de la producción (es decir, en la fabricación de un producto, desde una lata de atún hasta una vivienda, intervienen cada vez un mayor número de personas, es decir, hay una mayor división social del trabajo), por otro lado, sin embargo, el resultado de la producción es propiedad privada, se lo apropia la clase capitalista, de esa forma va acumulando capital (dinero, inmuebles, instalaciones, maquinaria,...) cuyo valor debe ser reproducido en cada ciclo mediante el trabajo, más el valor equivalente a los medios de vida de la clase obrera (salarios – coste de reproducción de la fuerza de trabajo), más un plus-valor. Parte de dicho plus – valor lo gasta la clase capitalista en sus medios de vida y objetos de lujo, pero otra parte es convertida en capital acumulándose con el original y acrecentándolo, generándose enormes concentraciones y acumulaciones de capital para las que es cada vez más difícil la reproducción de su valor, pues lo único que genera valor es el trabajo, y al crecer mucho más rápido la masa de capital constante que la fuerza de trabajo que debe reproducir su valor antes del fin de su vida útil, más el equivalente de sus salarios (directos, indirectos y diferidos) y un nuevo valor añadido, la plusvalía, el resultado es que este último tienda a caer imposibilitando la reproducción ampliada del capital.

Dicho de otro modo, el carácter social que alcanzó la producción (trabajo) choca con las relaciones sociales de producción basadas en la propiedad privada de los medios (capital). El fuerte desarrollo de las fuerzas productivas y el carácter social que ha adquirido la producción requieren que el régimen de propiedad dominante se corresponda con dicho carácter, es decir, sea social. Los estrechos cauces de la propiedad privada son incapaces de soportar ya la enorme masa de producción de la que es capaz la clase

obrera (pensemos, por ejemplo, en los 2 millones de inmuebles en manos de los bancos cuya perdida de valor compensa el Estado mediante el FROB y el Banco malo; o los millones de vehículos sin vender por los que se lanza el plan renove, PIVE,...). Por tanto, el antagonismo es irresoluble en los marcos del capitalismo como pretenden las fuerzas de la socialdemocracia vieja y nueva. No, al menos, sin una enorme destrucción de fuerzas productivas (crecimiento del paro estructural), un enorme proceso de concentración de capital (cierres, absorciones, fusiones,...), una enorme intensificación de la explotación laboral (aumento de jornadas y caídas de salarios directos e indirectos -sanidad y educación pública,...- y de las pensiones), y un fuerte proceso de exportación del capital sobreacumulado en un mundo que ya está repartido desde la primera y segunda guerra mundial, lo que genera un crecimiento de la tensión entre las distintas potencias capitalistas, cuyos monopolios tienen las mismas necesidades de neocolonias para exportación del capital, y desemboca en continuas guerras que pueden desencadenar una de mayor envergadura. Y si así lograran un nuevo ciclo de crecimiento sería por muy poco tiempo, ya que el antagonismo sigue desarrollándose.

Las organizaciones antes mencionadas también confunden o quieren confundir la causa con el efecto y plantean que la crisis es sólo financiera o por lo menos su origen, dicen que es un problema de desrregulación de los mercados financieros, en los que se ha abusado de la especulación. En este caso, la vieja y nueva socialdemocracia afirman que bastaría con regular esos mercados financieros y fortalecer lo que llaman economía real, refiriéndose a la esfera de la producción mercantil. De esa manera señalan una especie área mala del capitalismo (la financiera) y un área buena, la denominada economía real (la de producción mercantil). El PCPC vuelve a rechazar frontalmente estos análisis. Es precisamente la tendencia a caer de la tasa de ganancias en la esfera de la producción de mercancías la que incentiva fuertemente que el capital sea trasladado a la esfera financiera – especulativa, como mecanismo que intenta compensar dicha tendencia a caer de la tasa de ganancias en la producción de mercancías. Por otro lado, no hay dos capitalismos, estas dos esferas de la economía capitalista están fuertemente relacionadas. Los bancos son propietarios de las grandes industrias monopolistas del país y a su vez dichas compañías también tienen acciones de bancos (por ejemplo, La Caixa y Repsol). Esta fusión del capital industrial y del bancario es lo que dio lugar a principios del siglo pasado al denominado capital financiero e inicio la fase superior del capitalismo, conocida como capitalismo monopolista o imperialismo. Es curioso que las fuerzas de la social-democracia señalen como el capitalismo bueno a la esfera de la producción de mercancías, precisamente donde se opera la explotación de la clase obrera y se desarrolla la contradicción central. Unas cuantas cajas públicas o un banco público, coexistiendo con el enorme poder de la banca privada no va a modificar en absoluto las dinámicas que se desarrollan en la esfera financiera, al contrario, siendo el Estado y la U.E. lo que son, es decir, instrumentos de ese capital financiero, las cajas y el banco público terminarían como los anteriores, sirviendo de instrumentos para comercializar los productos financieros de la banca privada y actuando también de sumidero de los llamados activos tóxicos de ésta. La nacionalización bajo control obrero de toda la banca y las grandes compañías monopolistas es una necesidad para resolver los antagonismos superando las relaciones de producción capitalistas.

Se hace un esfuerzo tremendo en los medios de comunicación por esconder estas realidades, lanzando consignas y mensajes que son medias verdades y que en ocasiones son repetidos por las fuerzas de la nueva y vieja socialdemocracia. Uno de ellos es el bulo de que la crisis financiera era cosa sólo de las cajas públicas. La explicación repetida era que como en los órganos de gestión de las cajas públicas estaban presentes los políticos y estos son unos ladrones, pues se han robado el dinero y a eso se deben los agujeros, así que si se fusionaban las cajas y se convertían en bancos y eran gestionados por los ejecutivos (tecnócratas honestos) contratados por las juntas de accionistas, pues el problema estaba solucionado. No es que me guste dar peso a las credenciales académicas, pero vivimos en un mundo en el que se les da mucho crédito. Sanchez Mato, profesor de Economía Aplicada de la UCM y en nada sospechoso de bolchevismo ha afirmado que el sistema financiero español está en quiebra y que el problema no era sólo de las cajas públicas, sino que los grandes bancos privados (BBVA, Santander Central Hispano y otros) también tienen enormes agujeros de activos sobrevalorados. Afirma que estos tienen un gran número de activos intangibles (cuyo valor es el que el banco dice). Así por ejemplo: "El patrimonio neto del Santander asciende a 82.000 millones de euros; la mitad de esta cantidad corresponde a activos intangibles. Por ejemplo, hace mes y medio el BCSH sacó a bolsa el 25% de su filial mexicana, que vendió por una determinada cantidad. A continuación, y no hay más que mirar los balances de la entidad, tomó como referencia el precio de venta para extenderlo al 75% de acciones que no había enajenado. Así, con un apunte contable, el banco infló su patrimonio neto; será o no real, pero es lo que el banco dice que vale". La pérdida de valor de los activos (acciones, inmuebles, ...) es lo que pretenden compensar a costa del trabajo de la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador.

El problema no es sólo de España, Portugal, Grecia e Italia, de hecho desde desde 2007 hasta septiembre de 2011, los bancos privados europeos recibieron ayudas públicas por valor de 5,7 billones de euros (lo que supone cerca del 36% del PIB europeo en un año). La sobreacumulación de capital en proceso de desvalorización azota al capital financiero, pero los medios de comunicación hacen una labor de apuntalamiento de la confianza en los grandes bancos privados y sus honestos gestores tecnócratas. Insisten los medios de comunicación de la clase capitalista en que el control político fue el problema de las cajas públicas, sin embargo la banca privada sí que ha ejercido y ejerce un control político sobre lo público, de hecho en el pasado instrumentalizaron las cajas públicas para comercializar sus productos financieros y ahora instrumentalizan al Estado para compensar la pérdida de valor de los activos (capital sobre-acumulado) mediante el FROB y el llamado banco malo, y para acometer un proceso enorme de concentración del capital, eliminando la competencia que podían hacer las cajas públicas restando clientela a la banca privada.

Otro punto que nos separa de la vieja y nueva socialdemocracia y otras formaciones es el total abandono del enfoque y del discurso de clase. El término "ciudadanía" es omnipresente, mientras que clase trabajadora, clase obrera, pueblo trabajador... son conceptos desterrados de sus discursos en pro de la conciliación de clases, de una alianza interclasista donde participan "capitalistas honestos", cuyo objetivo es un gran acuerdo para "regenerar las instituciones" y la "democracia", acabando con la corrupción y estableciendo unas "regulaciones de los mercados" para evitar estas terribles crisis del capitalismo o, por lo menos, evitar que sean de tal envergadura. Así se niega a la clase obrera como sujeto histórico y de cambio, sujeto que es precisamente por la posición que ocupa en el proceso productivo, posición que le convierte objetivamente en la más interesada en superar el capitalismo como formación histórica agotada que sólo le ofrece paro o explotación, y posición que le da una especial fortaleza ya que supone el control del funcionamiento de las unidades productivas en el capitalismo, con lo que eso significa en cuanto a poder de paralización de la actividad. Por ello su principal medio de lucha es la huelga. Las formaciones a las que me refiero hablan de nuevos sujetos emergentes, de que ya la clase obrera no es el sujeto central, ni la huelga el principal medio de lucha. Ahora es la ciudadanía en las plazas. Con esto se desarma a la clase obrera y se la coloca bajo bandera ajena. La reivindicación del término "ciudadanía" y el de "regeneración democrática" muestra lo que se pretende, al parecer una segunda revolución francesa, digo burguesa, como si la historia fuera hacia atrás, haciendo creer a la clase obrera que el Estado que quieren regenerar sería el Estado de todos y todas, una institución neutral en la lucha de clases, que da derechos y deberes y oportunidades a todas las ciudadanas y ciudadanos por igual, lo mismo a Marta Esteve, de Rentalia, que a mi hija, al fin y al cabo las dos serán ciudadanas del "Estado Democrático y Social" regenerado con los mismo derechos y deberes, da los mismo que una pueda explotar la fuerza de trabajo de la otra, si las dos están contra la corrupción están juntas en la lucha y juntas en la plaza.

También se hace un esfuerzo por no usar el término capitalista, así por ejemplo se habla de "dictadura de los mercados" y no de dictadura del capital o de la clase capitalista. Se habla de especuladores financieros, de empresarios corruptos, de especuladores inmobiliarios, pero el término clase capitalista o explotadora se evita. Sin embargo, es la explotación la que genera la crisis de sobreacumulación de capital, pero claro volvemos a lo de antes, para estas fuerzas la crisis es simplemente financiera, por la especulación y la corrupción, no por la explotación.

También al defender sus postulados ecologistas dan a entender que son posibles en el capitalismo, con la necesidad de reproducción ampliada del capital, incluso le da a entender a la clase obrera que las instituciones creadas como instrumentos del capital monopolista, como es el caso de la Unión Europea, son garantes del medio ambiente ante los desmanes de esas compañías y de medidas tomadas por los gobiernos de los Estados.

En cuanto al feminismo, se desvincula la lucha contra el sistema heteropatriarcal de la lucha por la superación de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas.

En cuanto al derecho de autodeterminación de las naciones lo llegan a negar en pro de la "solidaridad" entre las comunidades autónomas que conforman el Estado español, negando nuevamente en dicho postulado el carácter de instrumento de dominación de clase del Estado.

Las organizaciones socialdemócratas y el reformismo de toda clase defienden el marco de la Unión Europea como válido para llevar a cabo las transformaciones hacia lo que llaman la Europa social y de los pueblos. Además algunas hablan del imperialismo como si fuera un modo de gestión de determinados gobiernos, de modo que las instituciones como la Unión Europea o los estados que la conforman, son neutrales en el conflicto de clases y es la gestión de uno u otro gobierno lo que se puede caracterizar como imperialista, o injerencista, o el término que usen.

Ante esto el PCPC, tal como lo estudia el marxismo- leninismo, define el imperialismo como una fase superior del modo de producción capitalista, que en su desarrollo histórico, tras sucesivas crisis y procesos de concentración y acumulación de capital, liquidó la libre concurrencia y generó su antítesis: el monopolio. Ya a principios del siglo pasado grandes compañías monopolistas dominaban ramas enteras de la producción en los países más desarrollados, y habían alcanzado un alto grado de concentración y acumulación de capital que sus fronteras se quedaron pequeñas para seguir acometiendo ciclos de reproducción ampliada del capital, necesitaban exportar capital para revalorizarlo explotando también a la clase obrera de otros países y consumiendo sus recursos. Este capitalismo en fase monopolista es lo que llamamos “imperialismo”, no la gestión de tal o cual gobierno. Pero al estar ya repartido el mundo, esta necesidad de exportación de capitales generó dos guerras mundiales y sigue generando multitud de pequeñas guerras. Tras la segunda guerra mundial, el imperialismo yankee salió reforzado, mientras que en Europa occidental, devastada por la guerra, con un movimiento obrero combativo con sectores revolucionarios, y con la presencia de la URSS, fruto de la toma del poder por la clase obrera en Europa del Este, y el ejemplo que suponía su revolución socialista, los imperialismos alemán, británico y francés tuvieron que aparcar sus diferencias y hacer un frente común para evitar que triunfaran otras revoluciones socialistas en occidente. En aquel contexto habría que buscar los orígenes de la actual Unión Europea, institución nacida de varios acuerdos entre distintos imperialismos, aunque sean de 1a, 2a y 3a categoría, y que no puede ser otra cosa que un instrumento de dominación del capital monopolista de estos países sobre la clase obrera y sobre otros pueblos del mundo, un instrumento para garantizar que el proceso de acumulación de este capital monopolista no se detenga, para garantizar la reproducción ampliada del capital a costa de empeorar la vida de la clase obrera europea conquistada con duras luchas pasadas y de la clase obrera de otras naciones, a costa incluso de llevarnos a escenarios de guerra como el de las regiones al este de Kiev, que podrían desembocar en otra guerra interimperialista de mayor envergadura.

Por eso para el PCPC no es reformable la UE, y no cabe jugar a gestionar el capitalismo desde sus instituciones. Para ejecutar un programa de revolución socialista es imprescindible salir del euro, la UE y la OTAN. Lo otro es echar tierra a los ojos de la clase obrera. Y en esa tarea no encontraran al PCPC. Aclaro esto porque otra acusación que se nos lanza desde la vieja y nueva socialdemocracia es la de organización sectaria. Pero con esta exposición dejo claro las importantes diferencias políticas que nos alejan de esos espacios de confluencia y, por otro lado, defino el espacio donde pueden encontrar al PCPC.

T. Martín.

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