"Si no existiera habría que inventarlo", afirmó en referencia a Podemos Joaquín Sabina, en la entrevista que le realizó El País del 15-11, titulada "El Gobierno no tiene piedad ni empatía". No es una buena carta de presentación, el apoyo entusiasta del icono progre de los años 80 que en junio de 2014, en vísperas del brutal ataque a la Franja de Gaza que duró 55 días y dejó más de 2100 muertos, 11 mil heridos, y mientras Israel llevaba adelante una cruenta ofensiva sobre Cisjordania, multiplicando los asesinatos, las detenciones arbitrarias y las demoliciones de hogares dejando a familias enteras en la calle, regresó a Israel (donde ya había estado en 2012) desoyendo una vez más tanto el reclamo internacional como los pedidos desesperados de auxilio del pueblo palestino, ferozmente asediado.

Sabina, no sólo cantó para los asesinos del pueblo palestino sino que, en una conferencia de prensa en Chile, reiteró su oposición al boicot contra el gobierno Israelí. Por ello mereció de manos de la derecha rancia argentina el galardón de “Huesped ilustre de la Ciudad”, y la firme repulsa de la Solidaridad con Palestina de ese país, que repudió su presencia en Buenos Aires por ser un auténtico colaboracionista con el Estado sionista israelí. Hay apoyos que no ayudan a ganar credibilidad.

"Podemos quiere dominar el mundo empresarial a través de una estrategia sindical ", podía leerse en el medio digital Bolsamanía .com. Pretende asestar un golpe a la banca y quiere democratizar la dirección de las entidades bancarias y cajas de ahorros. Quiere entrar en las empresas para reconfigurar las relaciones entre los empresarios y los trabajadores, incluyendo a algunos de éstos en los consejos de administración de las grandes compañías a fin de acceder a información relevante y participar en la gestión de las ganancias ajenas.

La "Teoría de la democratización del capital", una de las variantes de la denominada teoría del “capitalismo popular” , alimentó durante el siglo pasado la ilusión de que podía democratizarse los monopolios sin expropiarlos. La experiencia mostró que incluso la participación en la propiedad, la compra de acciones de las empresas capitalistas por parte de los obreros y empleados no daba origen a ningún cambio sustancial en la naturaleza del capitalismo monopolista, aunque la propaganda burguesa presentara ese hecho como transformación de la sociedad en una asociación sin clases . Los verdaderos dueños de las sociedades anónimas siguieron siendo, por supuesto, los grandes capitalistas, los hombres de negocios que, figurando en los consejos de administración, poseían al mismo tiempo gran número de acciones y el paquete de control. Este experimento se llevó a cabo, sin alterar en absoluto las bases materiales de las relaciones de producción capitalistas, en muchas grandes compañías. Ya entonces quedó sentada la conclusión de que la teoría de la “democratización del capital” tenía por objetivo defender el régimen capitalista en decadencia, encubrir su esencia explotadora y el abismo existente entre la burguesía monopolista y los trabajadores, escindir el movimiento obrero y quebrantar la solidaridad proletaria en la lucha de la clase obrera contra al capitalismo. Así quedó registrado en los diccionarios marxistas de economía política. Conviene estudiarlos, aunque incluso sin conocerlos, leyendo el artículo de la Voz de Galicia "Cómo convertirse en el partido con más apoyo en solo un año" si uno ha criado alguna vez animales sabe muy bien que si un animal, sea vaca, gallina o cerdo, en un mes alcanza el mismo peso que un animal sano y bien alimentado en un año, esa carne es mejor no comerla.

 

 





Marina Quintillán