La lucha de ETM en Burgos

 

A lo largo de las últimas semanas, trabajadores de la empresa pública de equipos termo-metálicos ETM, han sostenido una lucha dramática ante el cierre de la fábrica planteado por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y aprobado en septiembre por el consejo de Ministros.

Una vez más, el pretexto de una presunta "inviabilidad económica" ha resultado ser el detonante de este cierre, con la consiguiente destrucción de más de 50 puestos de trabajo. Todo ello fruto de una gestión desastrosa que en los últimos meses venía rechazando importantes pedidos por importe de 2,5 millones de euros, que hubieran permitido garantizar 25.000 horas de trabajo.

Es a través de la intervención junto a los trabajadores como hemos podido conocer de primera mano la trayectoria de lucha de esta empresa, fundada hace más de cuatro décadas, en la que se producen importantes equipos para sectores tecnológicos de reconocimiento nacional e internacional pero en la que, en los últimos años, varias han sido las reducciones de plantilla y los intentos de privatización.

Creer que estas maniobras de la burguesía no quedan encuadradas en su estrategia general para la recomposición como clase en el poder, constituye un fatal error, del mismo modo que lo es entender que el inminente cierre de este centro de trabajo, solamente concierne a sus plantillas.

El desmantelamiento de este centro productivo, la lucha llevada a cabo por estos trabajadores de ETM, lo es de toda la clase trabajadora, pues la destrucción del tejido industrial y productivo tendrá fatales consecuencias. De ahí la necesidad de cerrar filas y no ceder ni un palmo ante las negociaciones que en estos momentos pretenden arrojar a la calle a 50 familias con unas indemnizaciones irrisorias.

Compañeros de ETM, ni un paso atrás frente a los intentos de la patronal de dividir a la plantilla.

El conflicto del servicio de limpieza de la Universidad de León

El conjunto de recortes y las distintas reformas laborales que los últimos años han azotado a la clase obrera de nuestro país, comenzaron a tener sus consecuencias para la plantilla del servicio de limpieza de la Universidad de León durante el curso 2012/13, con una serie de despidos y un aumento de la precariedad en los puestos de trabajo, en uno de los sectores ya de por sí más precarios del mercado laboral.

Llegado el curso 2013/14, las condiciones continuaron empeorando y la tensión seguía aumentando ante el posible cambio de empresa concesionaria, que vendría acompañado de un gran recorte en el presupuesto de la Universidad a este servicio. En febrero de 2014 la nueva empresa concesionaria despidió de manera ilegal a cuatro de las trabajadoras y propuso un futuro recorte del 20% de la plantilla y el cambio del tipo de contrato a fijo discontinuo. Las movilizaciones aumentaron de intensidad mientras la empresa se negaba a negociar, hasta que el 28 de abril la plantilla decidió en asamblea ir a la huelga indefinida. Tras más de un mes de huelga, que la empresa intentó boicotear por todos los medios con la ayuda del rectorado (imposición de servicios mínimos ilegales, limpieza de los centros con otros trabajadores, etc.), se consiguió un acuerdo que supuso una victoria parcial para la plantilla, al lograrse la reincorporación de las trabajadoras despedidas ilegalmente, pero que suponía un empeoramiento de las condiciones laborales y un ERTE para 15 trabajadoras.

El Partido Comunista y su Juventud estuvimos en todo momento, desde el inicio del curso, apoyando la lucha, animando a continuarla y en ocasiones dirigiéndola; referenciándonos y ganándonos la confianza por nuestro trabajo, sin ningún tipo de interés electoralista, como hizo el oportunismo semanas antes de las elecciones europeas. Experiencias como éstas nos reafirman en la concepción de que la unidad obrera y la lucha consciente son las claves para la victoria en todo conflicto.

Conflicto en el sector de bomberos forestales

Los trabajadores del sector de la lucha contra los incendios forestales en Castilla y León lleva en pie de guerra varios meses a raíz de las pésimas condiciones laborales y de seguridad que padecen en su día a día. Equipos de protección en mal estado, herramientas de trabajo con deficiencias, camiones con problemas constantes de mantenimiento y un largo etcétera hacen que la plantilla, muy dispersa y con diferentes situaciones en las nueve provincias castellanoleonesas, se haya comenzado a movilizar.

A estas condiciones que ponen en riesgo la vida de quienes velan por la seguridad de todos y todas en una de las comunidades con más incendios forestales, hay que unir las pésimas condiciones laborales (contratación fija-discontinua a pesar de que la problemática forestal se da todo el año, plazas laborales encargadas a becarios, salarios bajos, escasas posibilidades de formación) que imponen las empresas concesionarias del servicio con la connivencia de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León.

Las movilizaciones crecieron en intensidad a lo largo de la primavera y se espera un otoño “caliente” que comenzará con la huelga, el próximo día 9 de octubre, de los brigadistas de refuerzo adscritos a la empresa TRAGSA.

La lucha contra el ERE en Everest (León)

El conflicto estalló cuando el grupo editorial Everest planteó un ERE que suponía el despido de 98 de los 400 trabajadores que el grupo empresarial tiene repartidos entre sus tres empresas de León.

Desde un primer momento y ante la postura inflexible en su propuesta de despidos, la plantilla mostró una actitud de resistencia, muy especialmente manifiesta en los trabajadores de “Evergráficas” una de las tres empresas y encargada de la manufactura (las otras dos constituían las oficinas y los almacenes).

El comité de empresa reunió pronto a los trabajadores en asambleas donde, a pesar de imperar el “modus operandi” del sindicalismo vertical que las convertía en actos meramente informativos, se demostró una fuerte unidad entre el comité de empresa y el interés en luchar para ganar el conflicto.

De este modo se convocaron paros a pie de puerta y una campaña de agitación en la prensa y las redes sociales que parecían vaticinar un recrudecimiento del conflicto y la determinación de luchar.

El conflicto dio un giro cuanto la empresa propuso un plan alternativo con una reducción mínima de despidos y ajustes salariales. Ante la votación sobre si se aceptaba o no esta propuesta únicamente “Evergráficas” votó en contra y los trabajadores del almacén y oficinas aceptaron.

Ante esta situación los trabajadores movieron ficha y convocaron una huelga para el 18 de diciembre y los días 8, 14, 15, 20, 21, 22, 27,28, 29 de enero. La respuesta de la empresa fue iniciar una campaña de intimidación, anunciando a la plantilla, de forma individual y en circunstancias totalmente irregulares, la supuesta intención de los propietarios de cerrar totalmente la empresa si la plantilla no aceptaba esta propuesta. Bajo esta presión se convocó una segunda votación en la que se decidió por mayoría aceptar las condiciones de la empresa, que en este caso concreto suponían una reducción a 21 de los despidos que inicialmente ascendían a 32, así como flexibilidad en los horarios, la supresión del transporte a los trabajadores y un ajuste salarial. Una nueva muestra de que es necesaria la mayor unidad de la plantilla para garantizar el éxito de las luchas.

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