Corrupción:

1. f. Acción y efecto de corromper o corromperse.

2. f. Alteración o vicio en un libro o escrito.

3. f. Vicio o abuso introducido en las cosas no materiales. Corrupción de costumbres, de voces.

4. f. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.

Si analizamos las acepciones de la palabra corrupción tenemos que concluir que España como país capitalista es un estado básicamente corrupto, no solo porque los gestores del sistema se han aprovechado en beneficio propio o de sus partidos de las instituciones públicas, sino porque han diseñado y potenciado una práctica hegemónica que pervierte y corrompe todos los aspectos de la vida social, económica y política. En un sistema en el que un funcionario o cargo público puede considerar su puesto como un negocio, del cual buscará maximizar los ingresos. Su nivel de entradas dependerá de la situación de mercado y de su talento para encontrar el punto de máxima ganancia a costa de la demanda pública. Es la misma lógica que anima al empresario, lo que en el caso del cargo corrupto el nicho de mercado son los fondos públicos.

Este cúmulo de  casos: Gürtel, Púnica, los ERE, Palau, Eólica, 3%, Arona, Atlante, Noos y las distintas comisiones de investigación sobre la posible financiación irregular de los partidos, hacen que la corrupción forme parte  de la cotidianeidad y el hecho de que se dé en la mayoría de los partidos y en la propia monarquía, sobre todo en los que han ostentado durante mayor tiempo el poder, es lo que ha hecho que en el Índice de Percepción contra la Corrupción 2017 elaborado por la ONG Transparency International, España obtenga una puntuación de 57 sobre 100, la peor calificación en su historia. Según los datos, que incorporan a 180 países, es junto a Hungría y Chipre el país que más empeora de toda la UE y es superada por países como Bután, Brunei o Botsuana.

La era Rajoy acabó, en realidad  la etapa Aznar-Rajoy-Bárcenas, pero la corrupción no va acabar con la llamada “moción de censura de salud democrática”, no es una cuestión coyuntural ni exclusiva del PP, el sistema capitalista es intrínsecamente corrupto y  la “democracia española” tiene el armario repleto de cadáveres: políticos, empresarios, magistrados, policías, periodistas… Unos saquean  desde las instituciones, activamente o encubriendo a los perpetradores. Otros han visto crecer sus imperios financieros gracias al sistema clientelar creado por los corruptos; corruptores empresariales, que prácticamente no han pasado por el banquillo de los acusados. Jueces y fiscales que hacen el juego, por acción u omisión, y cómplices mediáticos que encubren y justifican a los delincuentes. 

Apropiarse de la riqueza creada por la mayoría social, por la clase trabajadora por parte del empresariado es la lógica del capital y en un Estado como el español en el que nos gobiernan los mismos señoritos de cortijo, caciques canarios, burgueses de masía y aristócratas de pazo y  terratenientes castellanos, desde siempre, la corrupción pervivirá y crecerá hasta que el  sistema y sus representantes sean derrotados.

Tatiana Delgado