En el 2008 quien era presidente de Francia, el infame Nicolás Sarkozy, propuso lo que definió como una refundación del capitalismo sobre unas bases éticas y nuevas regulaciones globales. Eran los inicios del actual ciclo largo de crisis y en las altas esferas económicas se cacareaban diagnósticos y remedios para salvar del desastre a la economía mundial.

Casi una década después, ninguna de las recetas se ha aplicado, al contrario, se ha insistido en las mismas dinámicas que generaron la crisis del 2007. Los remedios para recuperar la economía han sido la devaluación de la fuerza de trabajo, la pérdida de derechos por parte de la clase obrera, seguir privatizando (un ejemplo paradigmático es México, con las privatizaciones de PEMEX y del agua), y el aumento de los choques interimperialistas por el control de los recursos y las rutas de distribución. En resumidas cuentas, la salida de la crisis se ha basado en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, el desvalijamiento de los Estados y la guerra de rapiña.

Las uniones estatales imperialistas, en los últimos meses, han mostrado serios síntomas de crisis, no solo la Unión Europea, la retirada de los EEUU del TPP o la crisis de la CELAC parecen síntomas de agotamiento y de una pulsión aislacionista de algunos sectores oligárquicos en Europa y los EEUU. Pero como el capital tiende indefectiblemente a la concentración y la centralización, parece que estamos ante una reconfiguración de los bloques imperialistas del hemisferio occidental.

Los datos económicos mundiales apuntan a que se está gestando una nueva crisis. Desde el 2007, el peso de la economía financiera sobre la productiva, en lugar de disminuir, no ha dejado de aumentar; y la deuda privada se ha traspasado a la deuda pública; y al sector productivo, a la economía real, le resulta cada vez más difícil cumplir con el ciclo de reproducción ampliada del capital, por lo que la base de la crisis de sobreproducción del 2007 se mantiene y acentúa.

El control de los recursos sigue siendo un factor fundamental de las disputas interimperialistas, el ejemplo de la agresión imperialista a la heroica Siria nos debe recordar la brutalidad que es capaz de emplear el imperialismo para conseguir sus objetivos. Hoy el riesgo de guerra se expande a la península de Corea y al mar de Filipinas. Igual que en los años 30 del siglo pasado, el peligro de una guerra mundial como salida del imperialismo a su crisis se manifiesta con claridad.

La salida a esta situación no pasará por ninguna reforma del capitalismo, no pasará por regular e intentar contener a la bestia imperialista. La solución no será un capitalismo contra natura. Hoy la humanidad se sigue debatiendo entre el socialismo o la barbarie, una barbarie incapaz de resolver y atender las más básicas necesidades de las inmensas mayorías y capaz de llevar a la humanidad a la extinción. Las luchas y resistencias en todo el mundo son un freno a la voracidad imperialista, pero solamente se podrá derrotar el imperialismo bajo la bandera de la revolución socialista y del Partido Comunista.

Nuestra consigna de articulación de un amplio Frente Mundial Antiimperialista es más vigente que nunca, la responsabilidad de los y las comunistas en nuestro papel histórico de derrocamiento del poder burgués y el levantamiento del poder obrero para la construcción del Socialismo y del Comunismo requiere de la articulación de las alianzas sociales necesarias.

El senil imperialismo está en una crisis de carácter estructural y demuestra cada día su incapacidad de superarla, pero el moribundo, sin contrapeso y sin una fuerte oposición del movimiento obrero y de los pueblos, no caerá de forma mágica.

Ferrán Nieto