El cinismo y la hipocresía en los medios de comunicación burgueses no tienen límites, tampoco en los gobiernos capitalistas que los controlan y amamantan. Ocultación de información, manipulaciones, trolas y engaños son el pan nuestro de cada día; el todo envuelto y presentado en bandeja de plata para consumo de telespectadores, radioyentes o simples lectores. En cada ocasión, y como si de un concurso a ganar se tratara, esa fauna abyecta rebasa cotas de descaro insospechadas hasta ese instante.

Muchos podrían ser los ejemplos a evocar para apoyar lo que afirmamos, pero basten algunos de ellos: el tratamiento dado a la crisis económica, nunca llamada capitalista y siempre en vías de acabar pese a la dura realidad social que lo contradice a diario; los innumerables casos de corrupción de políticos depravados, capitalistas codiciosos o incluso sindicalistas vendidos al régimen por un plato de lentejas, haciéndonos creer que una justicia igual para todos se impondrá al final, mientras jueces que intentan imputar a banqueros protervos son sentados en el banquillo de los acusados; y últimamente el drama de la epidemia de Ébola, vendiéndonos el cuento de que en nuestro país la Sanidad, pese a los recortes habidos y por haber, está a la altura científica y de medios para enfrentarse a cualquier plaga por maligna que sea, sin mencionar en ningún momento que la existencia de la misma en el continente africano es consecuencia del estado ruinoso y miserable en el que lo dejó el colonialismo, y que hoy perpetúan las multinacionales capitalistas, el FMI y el Banco Mundial. Sin embargo, la noticia que me ha llamado particularmente la atención por su enfoque periodístico sesgado y por las circunstancias en las que se ha producido: la movilización por el referéndum en Cataluña, ha sido la exigencia de democracia en Hong Kong. En ese territorio, huérfano de democracia en la saqueadora época colonial británica (1842-1997) y que pertenece a China desde hace 17 años, las manifestaciones de estudiantes, sus acampadas y demás protestas contra el régimen de Pekin han sido apoyadas, cuando no alentadas, por periodistas y gobiernos occidentales. Incluso se ha recurrido al fantasma de Tiananmén para regocijo indecente de esa casta. Todo eso al tiempo que en España se prohibía votar al pueblo catalán a golpes de constitución anacrónica y otras viles amenazas. Y no es que uno piense que con la independencia de Cataluña dirigida por la burguesía de ese país la clase obrera catalana se liberará de la explotación capitalista, pero no deja de sorprender que los defensores inveterados de la democracia burguesa (vota hoy y cierra el pico mañana) se desculen por aplicarla en Hong Kong y aplastarla en suelo propio. Pero claro, ya saben, no es lo mismo correr que huir, y lo que permita desestabilizar a países que no se someten a los intereses económicos y estratégicos del imperialismo yanqui y sus lacayos, como Cuba, Venezuela, Bolivia, Brasil, Argentina, Corea del Norte, Rusia, China, Siria, Irak, Afganistán etc., será aclamado por ellos. Por eso hoy reclaman furibundos democracia en Hong Kong, como mañana podría ser de nuevo exigida en Venezuela (la CIA jamás descansa), mientras aquí, los muy bribones, quieren mantenerlo todo atado y bien atado como les mandó el infame dictador. Vivir para ver.

José L. Quirante