Este mantra de lo más casposo del empresariado patrio cala hasta lo más hondo de una sociedad enseñada a palos durante el franquismo.

Anda el empresariado angustiado porque la gente no quiere trabajar, que con la “paguita” se vive mejor.

Ante esta tesitura la clase obrera tiene la fuerza de decir basta, y si “los honrados empresarios capitalistas que son quienes mueven la riqueza del país” se quedan sin mano de obra y nada producen, la culpa igual es de Putin.

Hay unos sectores más afectados que otros y el motivo suele ser común: poco salario, malas condiciones de trabajo y pocas esperanzas de futuro.

Esos sectores son los que la IDA defendía como símbolo de la libertad: la hostelería. Donde gobierna el PSOE y la izquierda pijo progre, el sector es también la hostelería. “¿Qué querrán estas kellys? Para unos meses que tienen trabajo y encima protestan”. Pues sí, también las kellys y los camareros y los pinches de cocina se han hartado, hartos de trabajar 14 horas diarias, sin los descansos que la ley marca y por un salario base recogido en convenio que no da ni para pagar el alquiler. Y cuando estén contratados no se les ocurra “montar un sindicato” porque la respuesta suele ser rápida: despido improcedente.

Peor es en las islas, donde por no haber no hay ni albañiles, que son sustituidos por inmigrantes (magrebíes sobre todo). Estos inmigrantes ya copan el trabajo agrícola en muchas zonas del país, donde los votantes de Vox no quieren tampoco trabajar.

Según el IPC lo que podemos gastar en vivienda son 227,48 € para el salario medio, los mileuristas ni eso. O sea, que te deslomas trabajando en hostelería, construcción o agricultura y no vas a tener para un alquiler como no sea compartiendo vivienda. Coliving le llaman, una forma de perfumar la mierda que no tiene ninguna gracia, salvo el uso del inglés que le da más carácter de economía global.

En resumen, podría pensarse que las categorías menos especializadas y peor pagadas son las que más personal necesitan, pero tampoco es así.

Traducción del griego realizada por Christoforos Giakoumelos

Georges Mavrikos nació en la isla griega de Esciros hace 72 años. Desde su infancia entendió que la explotación es la base en las relaciones laborales en un sistema capitalista y que la solución para la emancipación de la clase obrera pasa por la superación de este criminal sistema. Educado en principios socialistas, fue un dirigente sindical en su Grecia natal, despedido de 7 empresas por defender a su clase y un cuadro sindical imprescindible. Su clarividente visión internacionalista fue fundamental para su trabajo en la Federación Sindical Mundial, en su vicepresidencia y, finalmente como secretario general desde 2005 a 2022.

El pasado mes de mayo, la FSM celebró su 18º Congreso en Roma y George Mavrikos dejó su cargo, tal y como había anunciado en el 17º Congreso celebrado en Durban. No significa un retiro total ya que en el mismo Congreso aceptó su nominación como presidente de honor del sindicato internacional.

En esta entrevista queremos destacar el papel imprescindible que un trabajador y sindicalista nacido en una diminuta isla del Egeo ha aportado al avance de la clase obrera internacional. Si la clase obrera, en la sempiterna lucha de clases, fuera quien llevara la delantera frente a la burguesía, no habría duda de que el nombre de George Mavrikos figuraría en el olimpo de prohombres de nuestra historia.

Tenemos la oportunidad de entrevistar a Quim Boix, dirigente de la Federación Sindical Mundial (FSM). 

Unidad y lucha: Quim, para las personas más jóvenes que no conocen la FSM. Explícanos cuándo, dónde y por qué se forma.

Quim: La FSM (Federación Sindical Mundial) se forma el año 1.945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, aprovechando el ambiente de victoria de los Frentes Populares (ya que en éstos la clase obrera jugaba un gran papel). Concretamente el 3 de octubre de 1.945, en París, se realiza el Primer Congreso, participando los sindicatos de clase más activos de todo el Planeta (destacaron la CTC de Cuba, y los sindicatos de la India, además de los de Francia, Italia y Gran Bretaña).

Ya en este Primer Congreso la socialdemocracia, a través de los sindicatos de los países nórdicos, intento frenar los contenidos clasistas y anticoloniales. En concreto se quedaron en ínfima minoría al intentar que no se aprobara una clara resolución sindical de solidaridad con los pueblos que luchaban contra sus metrópolis colonizadoras.

Cuatro años más tarde, en el Segundo Congreso de la FSM, estos mismos sindicatos partidarios de la conciliación de clases y la paz social, se opusieron a la resolución (también aprobada por gran mayoría) contra la creación de la OTAN.

Al igual que la patronal agrícola quiso hacer creer que no había suficientes jornaleros/as para garantizar la recogida de frutas y verduras, ahora es la patronal de hostelería la que se lamenta por la falta de obreras y obreros con alto nivel de profesionalidad con quienes cubrir los puestos de cocinas, barras y terrazas.

Reclamar para contratar que el personal tenga un alto nivel de profesionalidad, (argumento con el que se quieren hacer pasar por justos contratadores, dispuestos a cumplir lo establecido en los convenios y  mucho más), suena a broma cuando esto se dice por parte de empleadores de un sector en el que la contratación siempre ha estado marcada por la precariedad laboral  y, más concretamente,  por la salarial.

Un sector, la hostelería, en el que, salvo contadas excepciones, no se respetan los convenios en ninguno de sus capítulos: jornada laboral, salarios, descansos, etc. Si miramos hacia las cadenas de restaurantes de comida rápida, los trabajadores y trabajadoras nos dirán que les respetan las horas, pero que trabajan a un ritmo de vértigo y en unas condiciones deplorables. Las cadenas hoteleras, en su mayoría empleadores de temporada, recurren a subarrendar la fuerza de trabajo mediante ETT y, cuando no es así, sólo contratan hasta final de temporada, resultando muy difícil, sobre todo en estos últimos tiempos, poder trabajar dos temporadas seguidas. 

Defensa de los sistemas y empresas públicas. Pensiones, Sanidad, Educación, Correos, Navantia, Hunosa etc.  La mayoría de quienes se levantan antes de que el sol brille, para ir a trabajar más  horas que el reloj de la plaza, seguro que consideran muy necesaria la defensa de estas, para que no sean privatizadas como ya han sido muchos de los servicios y empresas públicas. Aprovechamos para situar que los servicios públicos como Correos o sanidad, entre otros, se mantienen y pagan con la parte del salario que se define como salario indirecto (el que es extraído a través del IRPF). Por otra parte, está el asunto de las pensiones de jubilación, estas se mantienen y pagan con otra parte del salario, que se define como  salario devengado o diferido y no recibido por el trabajador, sino que se deja para ser percibido con posterioridad. Las contribuciones a la Seguridad Social y a los fondos de pensiones son  salarios diferidos. Nuestras pensiones son el resultado de las aportaciones de la clase trabajadora.

¿Y qué papel están jugando las organizaciones sindicales, principalmente las mayoritarias CCOO-UGT? Mientras por una parte estos sindicatos llaman a manifestarse por la defensa de los servicios públicos, por otra parte, sus dirigentes andan firmando lo contrario, en convenios como el de la construcción, en el que ya se han introducido los planes de pensiones de empresa. Y participan del suculento pastel de los planes privados de pensiones, ofreciéndoselos a la clase obrera; están en misa y repicando que decimos en los pueblos.

El sector del metal en Cantabria ha mantenido en jaque a la patronal (Pymetal), gobierno autonómico (el presidente de la Comunidad incluso llegó a variar su agenda para no encontrarse con las movilizaciones de las 20.000 familias afectadas por el convenio) y al mismísimo gobierno del Reino de España, presente en la mesa negociadora.

El seguimiento de la huelga ha sido del 95% paralizando el sector y demostrando que los piquetes son una herramienta necesaria.

Se paralizaron empresas como Astander y se cortaron las entradas a los polígonos industriales. En juego estaba la dignidad y el pan de 20.000 familiares que viven del metal.

El esfuerzo de los trabajadores y trabajadoras a las puertas de las fábricas y de los polígonos ha sido parte fundamental para aguantar todos estos días.

Desde el PCPE y la JCPE de Cantabria queremos destacar el trabajo diario en los piquetes de camaradas, donde además de estar como uno más, han dado la batalla ideológica tan necesaria hoy en día.

Durante estas casi tres semanas hemos vivido 2 manifestaciones dónde han participado miles de trabajadores/as de todos los sectores demostrando que somos una sola clase y nos une la misma lucha.

Por eso nos parece vergonzoso además de una falta de respeto a todos los trabajadores y trabajadoras del metal el acuerdo al que llegaron el pasado 20 de julio los sindicatos CCOO, UGT y USO con la patronal.

Este acuerdo no soluciona NADA.

Es hambre hoy y hambre mañana.

Como no puede ser de otro modo, en cada ocasión, ya sea cultural, social, lúdica, etc., se manifiestan, en mayor o menor grado, las contradicciones de clase que impone el sistema capitalista. En el caso de la Feria de Sevilla, esto se puede apreciar desde diversos enfoques.

Por un lado, allá acuden toda suerte de personajes, más o menos esperpénticos, aristócratas y terratenientes, que buscan como continuar con su modo de vida parasitario. Valga el ejemplo de una de las nietas del “Campechano”, monarca emérito, fugado por sus ilegales trapicheos, Victoria Federica, pija de egregia estirpe cuya presencia en la meritada feria fue jaleada por los medios de comunicación burgueses. Junto a ésta, acude la cohorte del pijerío local, autonómico y nacional, que no pierde ocasión de hacer alarde de sus privilegios, como se ve en la afluencia de caballistas, calesas y toda suerte de carruajes.

De igual forma, allá acuden empresarios con sus posibles clientes, guiris o no, a los que tratan de sacar algún negocio bajo los efectos de litros de “rebujito”.

También acuden las clases populares, por supuesto, clase obrera y demás, quienes solo se pueden permitir pasear y lo que les permita su no demasiado boyante cartera, eso sí, entrando sólo en aquellas casetas públicas que tienen acceso abierto a todo el mundo, que son las menos, pues la gran mayoría de las casetas son privadas con acceso absolutamente restringido a quien no sea socio o socia.

Pues bien, todo este aparato de vistosidad, aparente alegría y colorido tiene como contrapartida uno de los escenarios de sobreexplotación más feroz que afecta al personal que trabaja hasta la extenuación para que señoritos, pijos y pijas y demás morralla social puedan disfrutar de la feria.

Nunca en la historia las empresas españolas habían ganado tanto dinero como el pasado año: 64.021 millones de euros. “Aumentan con fuerza los ingresos en todos los negocios”, destacó Ana Botín, presidenta del Santander; “Ha sido un año extraordinario”, subrayó Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol; “Seguimos mejorando nuestra posición competitiva en los principales mercados”, enfatizó el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete....

Por su parte, Pepe Álvarez (UGT) destaca que los salarios se negociarán en el marco del AENC, que las cláusulas de revisión salarial van a ser fundamentales y que el Pacto de Rentas incluye además otras materias, que hay que definir. El secretario general de CCOO, Unai Sordo, ha insistido en que un pacto de rentas requiere de un acuerdo salarial, pero que un acuerdo salarial por sí solo no determina un pacto de rentas.

Mientras, las personas con trabajo o con pensión han perdido poder adquisitivo y también se han complicado las condiciones laborales, se ha impuesto el silencio en las empresas como esperanza para mantener el puesto. Sobrevivir en esta jungla ya es todo un reto.

El Gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, el 26 de abril presentó una ponencia sobre la necesidad del Pacto de rentas y dice: “La agresión a Ucrania ha exacerbado las tensiones geopolíticas que ya habían contribuido decisivamente con anterioridad al fuerte encarecimiento de las materias primas energéticas —la mayor parte de las cuales importamos del exterior  —“

¿Cómo llegamos?

Este Primero de Mayo de 2022 se nos presentaba complicado, desde un primer momento, al PCPE. La jornada de lucha más importante del año para la clase obrera (y para nuestro Partido), por un lado, dejaba atrás una pandemia que en su comienzo nos metía en nuestras casas (recordemos el 1.º M del año 2020) y, por tanto, era de esperar una mayor afluencia en la calle. Por otro lado, llegamos a este día en un momento de reflujo generalizado de la lucha y movilización de la clase obrera y sus organizaciones, con el miedo al coronavirus, miedo que sigue en un porcentaje cada vez menor de nuestro entorno y, sobre todo, venimos de un choque frontal reciente con los sindicatos “mayoritarios” CC. OO. y UGT, por su papel vergonzoso en el acuerdo por la reforma laboral de Yolanda Díaz. Estos elementos, a priori, condicionaban la recuperación de la participación masiva en las manifestaciones por el día internacional de la clase obrera anteriores a la pandemia.

Nuestra militancia tuvo claro el trabajo que había que hacer. La unidad de acción sindical es prioritaria. En aquellos lugares donde solo había una manifestación la consigna era clara: reforzar esa única convocatoria. Donde hubiera varias, intentar no dividir más a nuestra clase y acudir a aquella donde estaban las y los manifestantes más conscientes, reforzando siempre el bloque combativo del PCPE.

uyl_logo40a.png