Cuando la era no puede más y se muere de dolor, cuando hay que acudir a lo urgente, pues se decide el porvenir en cualquier calle de Gaza o en cualquier tierra ocupada, es difícil concentrarse en lo necesario. Se desdibuja lo importante y cotidiano, y hablar de la violencia o del acoso laboral se antoja una pequeñez insignificante.

No obstante, hay que hablar de un problema  mundial y cuya base no es solo social o cultural, sino de un modelo de producción como  el capitalista, que se sustenta en la explotación y que cobija y ampara otras violencias y acoso en el trabajo. Bajo el dominio de la propaganda, de lo correcto y de las hipocresías se camufla  la rapiña y  nos exprimen  hasta la extenuación y la última gota de sudor, pero nos “venden la mona” de los protocolos de acoso en las empresas … tirita en el día a día del trabajo. Se lava y blanquean  conciencias, se enfanga la denuncia en protocolos y burocracias para,  finalmente, cargar culpabilidades en quienes  sufren esas situaciones de violencia laboral, siendo la mayor de las violencias la desposesión del producto de nuestro trabajo.

Volviendo a lo concreto, no es lo mismo el acoso laboral que el acoso de género en el trabajo. Pero ambos se ejercen de forma sistemática y recurrente, provocan  graves secuelas y  suelen producir el abandono del puesto de trabajo por parte de la víctima. El acoso por razón de género o sexo son aquellas  situaciones o comportamientos, no deseados y repetidos en el tiempo, hacia una persona en función de su género. Atenta  contra la dignidad y  genera un entorno laboral hostil, intimidatorio o degradante.

Algunas de las actuaciones típicas de este tipo de acoso son  las bromas y comentarios sobre las personas, el empleo de humor sexista, el uso de formas denigrantes, la evaluación del trabajo de forma sesgada o con menosprecio, en función de su sexo u orientación sexual.   En el caso de las mujeres además es habitual que sufran discriminación laboral como consecuencia de su maternidad. En muchas ocasiones las mujeres perciben cambios laborales tras el embarazo o la maternidad, que constituyen una discriminación directa y que igualmente constituyen acoso por razón de género.

La violencia contra las mujeres continúa y es continua, cotidiana, tanto que se normaliza, en ocasiones se oculta y últimamente se niega. Esta afirmación que algunos tacharán de ideológica es tan apegada a la realidad que negar esta realidad o cuestionarla es ser a la violencia de género lo que los terraplanistas a la ciencia.

Asesinato tras asesinato escuchamos y leemos lo mismo y cada año el número de víctimas no solo no baja sino que crece,  muchas mujeres son asesinadas por sus parejas o exparejas, incluso menores de edad, y se les dedica dos minutos hablados en el telediario y un minuto de silencio en su localidad, y vuelta a la al normalidad.

Sí, el movimiento feminista ha puesto desde hace tiempo este tema en la agenda política y se han llevado a cabo campañas de concienciación social, también por parte del gobierno, pero es evidente que no funcionan, no erradica ni definitivamente, ni siquiera parcialmente esta violencia estructural.

Han pasado 20 años desde que se empezaron a contabilizar las muertes por violencia de género, 1.236 mujeres asesinadas desde 2003. Este 2023 se ha dado un alarmante  aumento de víctimas, 51 hasta hoy, con una preocupante también bajada del total de denuncias que ha conocido su nivel más bajo desde 2009.

La prevención, la sensibilización, la sanción y la reparación son las actuaciones fundamentales que deberían llevarse a cabo frente a las violencias machistas pero no que se hacen o se hacen parcial y precariamente. La Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) ha constatado un incremento de la violencia que sufren niñas y adolescentes, un 39,7 % en cuatro años con  especial incidencia de la violencia machista (un 87 %), con una tendencia a la normalización de determinadas conductas violentas, ya que el 70 % no denuncia, datos de un estudio elaborado a partir del análisis de las llamadas y testimonios que llegan a esta organización. Entre las principales conclusiones, han destacado el aumento de menores de edad atendidas por violencia en sus cuatro variantes: violencia de género, doméstica, sexual y otro tipo de violencia física o psicológica. Las llamadas por violencia machista representan el 53,8 %, siendo el dato más preocupante  que el 47,1 % de las mujeres no son conscientes de estar siendo víctimas y  el 70,3 % no denuncia ni tiene intención de hacerlo.

El genocidio no es solo el exterminio directo por las armas. Es también la destrucción de la calidad de vida, de las condiciones materiales de vida de una población. Es el empobrecimiento premeditado, la asfixia económica y la persecución de todas las vías por las cuáles una pequeña economía puede intentar reproducirse.

Este 2 de noviembre, por trigésimo primera ocasión consecutiva, el mundo acaba de rechazar masivamente el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba. Con 187 votos a favor, dos en contra (Estados Unidos e "Israel") y una abstención (Ucrania), el resultado demuestra el aplastante consenso internacional sobre el carácter ilegítimo e injustificado de ese conjunto de medidas que los cubanos llamamos bloqueo y la política estadounidense clasifica bajo el eufemismo de embargo.

Y mientras los cubanos que amamos a nuestra isla celebrábamos la victoria, la sangrienta ofensiva israelí continúa desarrollándose en Gaza. Hoy el Ministerio de Salud de la Franja dio un nuevo parte de las víctimas que se ha cobrado la agresión israelí: más de 9 mil muertos, de ellos tres mil 760 niños y dos mil 326 mujeres y más de 32 mil heridos. Hospitales al borde del colapso y un bloqueo total de todos los productos básicos.

Ambas noticias, vistas de conjunto, pueden ser útiles para reflexionar sobre el genocidio y el capitalismo contemporáneo.

En sus más de seis décadas de aplicación, el bloqueo contra Cuba ha buscado deteriorar la economía cubana y sus capacidades de reproducción, de modo que se afecte la calidad de vida del pueblo cubano y se provoque el hambre y la desesperación extrema a la cual apuntaba el famoso memorándum de 1960 de Lester Mallory, entonces subsecretario adjunto del Departamento de Estado norteamericano. El objetivo es canalizar con fines políticos este descontento y destruir en la conciencia de la población cubana el socialismo como alternativa viable para el desarrollo de la nación, en los marcos de un proyecto de soberanía y justicia social.

De nada vale la noticia sino se sabe quien paga la tinta. Esta idea que todos sabemos pero que un servidor no sabe quien la dijo, puede trasladarse a otros escenarios, no solo el político.

En el deportivo todo parece muy bonito, no en el fútbol, que ya sabemos quien es la mafia del fútbol, pero si hablamos de las Olimpiadas se nos caen las babas, viendo la paloma de la paz y a los países llevándose bien, dándose besitos y todo eso…

Y como todo lo que ocurre en nuestro sistema imperialista occidental (o comunidad internacional, como suelen llamarse últimamente) huele a podrido.

No es extraño que el origen del COI (Comité Olímpico Internacional) provenga de la alta burguesía y que como tal funciona. Fundado por el barón de Coubertin en 1894, ha tenido sólo 9 presidentes en todos sus años de existencia. Vamos que es prácticamente un cargo vitalicio, ahí estuvo “nuestro Samaranch…marqués de Samaranch”, quien “Durante la guerra civil española se alistó en el bando republicano como sanitario para poder cruzar la frontera con Francia y entrar en la zona nacional” o zona fascista, apoyada por la Alemania nazi y la Italia fascista, pero el hombre era empresario y marqués y todo se le debió perdonar. Pelillos a la mar.

Y viendo quienes han sido sus presidentes, la cosa sigue oliendo mal: un griego, un francés, un alemán, un belga, un estadounidense, un sueco y un irlandés. Todos miembros del White power, o sea, blancos y occidentales. Ni chinos, ni rusos, ni soviéticos (que eran más y ganaban más medallas), ni africanos, ni asiáticos, ni latinoamericanos. ¡Ah! Y como miembro de honor Henry Kissinger…ahí es ná.

Además el COI tiene una directiva y numerosas comisiones (supongo que aparte las que se cobran...). A modo de anécdota, la encargada de la Comisión de Coordinación del COI para Brisbane 2032 es una representante de Zimbabue, blanca y rubia, que, además es la Ministra de Juventud, Deportes, Artes y Recreación de ese país...

Partiendo de esto, todo lo demás es comprensible. La única financiación del COI hasta los años 80 del pasado siglo eran los contratos con las compañías de televisión estadounidenses para las emisiones de los Juegos Olímpicos. Así hasta que en 1982, el COI creó ISL Marketing, una empresa suiza de marketing deportivo, para desarrollar un programa de marketing global para el Movimiento Olímpico.

La necesidad de Pedro Sánchez de encontrar el número de votos de los partidos que obtuvieron representación parlamentaria, está generando una “dana” por los acuerdos que requiere obtener en la matemática parlamentaria surgida de las elecciones del 23 de julio.

El procedimiento marxiano (“estos son mis principios, pero, si no le gustan, tengo otros”) es una constante en los partidos mayoritarios del régimen dinástico-burgués, que emplean justificaciones negadas anteriormente para una misma causa. La amnistía que reclama la derecha catalana de Junts para apoyar la investidura de Pedro Sánchez, está generando declaraciones, pronunciamientos y convocatorias que nos retrotraen a episodios trágicos de la Historia de España. La “generosa” disposición resultante de la Constitución del 78, otorgando no sólo perdón sino también olvido de los crímenes y criminales del franquismo, que, habiendo ocasionado en torno a 150.000 desaparecidos y asesinados en cunetas de los caminos o tapias de cementerio, se vieron amnistiados del terror sobre las víctimas y el miedo con el que convivieron sus familiares durante decenas de años.

En el marco de la crisis general del capitalismo también se acomoda la crisis del Régimen del 78. Una y otra se superponen para escenificar un claro objetivo involucionista que, liderado por grupos y sectores que se nutren de la violencia innata de las capas medias y arrastran consigo a un porcentaje de trabajadores que ondean banderas enemigas socavadoras de los derechos laborales y civiles sufridamente conquistados en los combates de la lucha de clases. El fascismo es también un movimiento de masas.

En este marco de decadencia y fase final del capitalismo, la guerra de la OTAN en el escenario ucraniano, el genocidio del pueblo palestino por la entidad sionista de Israel que supera la crueldad de abominables regímenes como el del apartheid sudafricano, nos encontramos con el coro de la reacción de los poderes fácticos que repiten hasta la saciedad las consignas que hicieron de este país “Una, Grande y Libre”.

En el 106 Aniversario de la Revolución de Octubre, un año más el PCPE y la JCPE reiteramos nuestra adhesión inquebrantable a la epopeya proletaria que, al demostrar en la práctica la viabilidad del Poder Obrero,  marcó definitivamente el devenir de la Historia a favor de los pueblos y la Libertad.

Un compromiso con la justicia social y la igualdad. Por el  fin de la explotación y  de toda opresión  entre los seres humanos. A favor de la cultura y un bienestar armónico  con la Naturaleza. Por la paz entre los pueblos y su derecho a la libre autodeterminación. En definitiva, un compromiso real con la Vida que, tras la derrota sin paliativos del Capitalismo, fue la gran lección práctica que dio el proletariado ruso a todos los explotados y explotadas del Planeta.

Continuar construyendo esa epopeya que, pese a las derrotas y errores cometidos, jamás ha dejado de estar viva y determinar el desarrollo social a través de la luchas de clase, es la responsabilidad que nuevamente asumimos.

Una tarea para la que no dejamos de tener en cuenta, tanto las peculiaridades del crucial momento histórico en el que se da este Aniversario, como el actual nivel de conciencia de las clases sociales, para enfrentarla conforme a un Programa revolucionario acorde a la nueva situación en la que vivimos y sobre la que intervenimos para transformarla a favor del Socialismo.

No es nueva la manipulación mediática en nuestros medios de comunicacion. Desde enseñarnos a un Tie-Fighter de la Guerra de las Galaxias como si fuera un avión ruso derribado por los “héroes ukronazis”, hasta aquel famoso fantasma de Kiev que había derribado él solito a toda la aviación rusa, la autodestrucción del Nord Stream, por no citar al Capitán América y a todos los héroes de cómics que también juegan su papel.

El “nuevo” conflicto en Palestina es más de lo mismo: las torres gemelas, las armas de destrucción masiva en Iraq, las violaciones del ejército de Gadafi, las violaciones de derechos humanos en Siria, el incidente del Golfo de Sirte, Pearl Harbour, el incidente del Golfo de Tonkín, y hasta la invasión del islote Perejil.

Llega un momento que deberíamos decir basta, pero ante la inacción de la mayoría de la población siguen con su cantinela. Ante el ataque de Hamas y otros grupos de la resistencia palestina, la violación sistemática, el genocidio a cámara lenta, que hace el sionismo israelita contra el pueblo palestino, se les va de las manos.

De entrada, en todos los medios se cita la guerra de Israel contra Hamas, obviando que Israel ha invadido desde 1947 casi todo el territorio palestino, que se ha pasado por la entrepierna todas las resoluciones de la ONU y que sólo un nuevo orden mundial los puede poner en su sitio.

Por supuesto, no se cita que en la ofensiva o el ataque o el movimiento de resistencia palestino hay hasta 7 grupos, algunos de los cuales son “enemigos” de Hamas, como que la actual Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas hace más fiestas con los invasores que con los palestinos (similar a lo que hace Yolanda Díaz).

Israel es un tumor maligno que el Eje Anglosajón y la Red Sionista Mundial decidieron implantar en Asia Occidental para beneficio de sus intereses, principalmente entonces asegurarse de que un Estado fuertemente militarizado les garantizara el aprovisionamiento energético vital (petróleo y gas) y el mantenimiento a raya de posibles adversarios.

Para poderse permitir tamaña implantación tumoral consideraron pertinente que la misma estuviera regida por una ideología extremadamente supremacista, racista, clasista, imperialista y de creencias extremistas, es decir, una suerte de nazismo religioso: el sionismo.

Hubo un pueblo que recibió el primer y terrible impacto de tal monstruosa implantación y que la viene sufriendo desde entonces: el palestino.

Para llegar a los límites de brutalidad perpetrada contra él, difíciles de imaginar (a pesar de la masacre televisada de la que somos testigos), quienes la ejecutan tienen que conseguir realizar un extraordinario adormecimiento de conciencia. Para ello la Red Sionista Mundial dispone del control de la absoluta mayoría de los medios de difusión del mundo (que llaman “guerra” a lo que es un genocidio, por ejemplo), además del de los grandes conglomerados informáticos y de formación-educación, amén de muchos otros resortes del poder económico-financiero y político mundial, incluyendo buena parte del “estado profundo” de EE.UU.

Racismo sionista y resoluciones de la ONU.

Sin embargo, hasta tal punto han llegado históricamente las atrocidades y el fanatismo sionista y la reacción y desestabilización general que causan, que a la ONU no le quedó más remedio que tomar cartas en el asunto desde un primer momento. Sucesivas resoluciones a lo largo de los últimos 50 años han intentado sin éxito poner coto a estos desmanes. Citaremos algunas de las más importantes:

1948: Resolución 194 de la Asamblea General, por la que se reconoce el derecho al retorno de los refugiados y desplazados árabes.

1967: Resolución 242 del Consejo de Seguridad. Reclama la retirada israelí de los territorios ocupados.

1967: Resolución 2.253 de la Asamblea General, en la que exige a Israel que desista de “adoptar cualquier acción que pueda alterar el estatuto de Jerusalén”.

Unas declaraciones recientes del militar golpista Antonio Tejero Molina, cabeza visible del 23F junto a Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch, dan un poco más de luz sobre uno de los acontecimientos más oscuros del mal llamado período de democracia del Estado español. Según estas confesiones, el objetivo principal del 23F era imponer un gobierno presidido por Alfonso Armada, lo cual estaría pactado con el entonces monarca Juan Carlos de Borbón. Según el militar fascista, si ese golpe fue un fracaso se debió a que él mismo lo abortó al ver que en ese gobierno habría políticos de «izquierdas».

Por supuesto, estas palabras hay que entenderlas en su contexto: un franquista venido a menos que quiere redimirse y arrogarse el mérito de haber impedido una dictadura fascista que a él le habría encantado. Lo cierto es que los documentos que se han ido haciendo públicos, tanto escritos como sonoros, apuntan a una traición por parte de Miláns del Bosch, Armada y el propio Juan Carlos a Tejero, ante la posibilidad de que la comunidad internacional, que ya no estaba hegemonizada plenamente por el bloque imperialista yanki, respondiese con contundencia desencadenando una insurrección en el Estado español. Era necesario medir el grado de fascistización del Estado y, en realidad, la forma de una monarquía parlamentaria era la más adecuada.

No obstante, si de algo nos pueden servir estas declaraciones, es para confirmar definitivamente la complicidad activa del entonces rey Juan Carlos en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. El gran argumento de la facción monárquica de la burguesía era que Juan Carlos había evitado un golpe de Estado fascista y, probablemente, una segunda guerra civil. Ahora, ese argumento forma parte del basurero de la historia. Es más, Juan Carlos no solo organizó este golpe, sino que se benefició de él, a pesar de su aparente fracaso, reforzando la imagen de la monarquía ante la opinión pública.

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